El desapego se relaciona con el abandono del ansia y del deseo, que, en
la filosofía oriental, son consideradas generadores de dolor y
sufrimiento.
No poder desapegarse de una persona, de un hábito,
de una idea, de un objeto, lleva a establecer con ellos relaciones de
posesión o de sumisión. El apego es una actitud que nos deja encadenados
al pasado, mientras tanto la vida continua sucediendo.
Niñez, adolescencia, madurez, vejez. Primavera, verano, otoño, invierno. Amanecer, día, atardecer, noche. Siembra, cosecha.
Nuestra existencia será más armónica si acompañamos esos ciclos
naturales. Cuando así no ocurre, la vida no fluye, sus aguas se
estancan.
El apego a una relación, a una costumbre, a un espacio,
a una actividad, a una idea, a una práctica, puede llegar a ser tóxico o
disfuncional.
El apego traba nuestro andar por la vida, carga nuestro equipaje con lo innecesario, nos impide escoger lo necesario.
El desapego es...el arte de soltar.
Jorge Sinay