Las reglas básicas de la cortesía son
sencillas:
Alabar siempre lo bueno de los otros,
suprimir los reproches, darle importancia a los demás y prestarles
atención.
Citar siempre errores propios antes de referirte a los ajenos, así nunca
parecerá que presumes de tus virtudes.
Según la educación de las personas que conocemos, de unas deseamos la
presencia y de otras deseamos la ausencia.
Tratando con los demás, hay ciertos momentos de emoción. Para
convertirlos en cortesía, solo hace falta que sepamos expresar con
palabras esa emoción.
Tratar bien a las personas es un tema diario, que se ha de resolver bien
todos los días.
Con la cortesía sucede lo mismo que con la bondad. Quienes no la usan,
dan la impresión de ignorancia.
Solo llegaremos al corazón de los demás, si les convencemos, en la forma
de tratarlos, que reconocemos en algo, su clase o categoría.
La atención de los demás, nos da el límite que hemos de poner a nuestras
palabras.
Todo el mundo suele agradecer que nos interesemos, sin exageración, por
los pequeños detalles de su vida.
No debemos perder las bellas ocasiones de callar, que a diario nos
regala la vida.
La cortesía de la amistad más distinguida, consiste en respetar a los
amigos en su ausencia. Este respeto es signo de elegancia.
Autor desconocido
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