La mayoría de la gente quiere y necesita amor. La mayoría de la gente quiere y necesita sentirse cercana a los demás. Pero el miedo es una fuerza igualmente poderosa y compite con nuestra necesidad de amor. Más específicamente, esta fuerza es el miedo a la intimidad.
Muchos se sienten más seguros estando solos o envueltos en relaciones en la que no están involucrados emocionalmente, que cuando tienen relaciones que los hacen emocionalmente vulnerables, que los hacen sentir cercanía y ser amorosos. A pesar de la serie de necesidades y deseos que les quedan insatisfechos se sienten mas seguros al no amar, al no entregarse. No se arriesgan a la incertidumbre y la vulnerabilidad que la cercanía con otra persona les brinda. No quieren arriesgarse al dolor que causa el amar. Eso podemos entenderlo todos los que el amar nos ha provocado dolor.
La no entrega emocional y el no compromiso, es una forma de no arriesgarse a ser quienes realmente somos, lo cual incluye ser emocionalmente honestos y los posibles rechazos a ello. En fin: es no arriesgarse.
Cuando no nos acercamos a la gente por lo menos sabemos que esperar: nada. Negar los sentimientos de amor, protege de la ansiedad que causa el amor. El amor y la cercanía conllevan a menudo a una sensación de pérdida de control. El amor y la cercanía retan a nuestros miedos más profundos de quiénes somos y de si está bien que seamos nosotros mismos.
El amor y la cercanía son los mayores riesgos que un hombre y una mujer pueden tomar. Se requiere honestidad, espontaneidad, vulnerabilidad, confianza, aceptación de si mismo y de los demás. El amor brinda gozo y calidez, pero también exige de nosotros que estemos dispuestos a sentirnos ocasionalmente heridos y rechazados. Muchos han aprendido a huir de la cercanía, en vez de tomar los riegos que esto implica. Huyen del amor y obstaculizan la cercanía y la intimidad de muchas maneras. Alejan con su actitud a las personas y las lastiman para que no quieran estar cerca de ellos. Usan máscaras y fingen ser algo distinto de lo que son. Se conforman con relaciones artificiales en las cuales no se espera nada de ellos ni se le pide cercanía, entrega, compromiso y/o intimidad.
Algunos huyen, se retiran físicamente de cualquier situación en la que pueda estar presente el amor, la vulnerabilidad emocional y el riesgo. Las razones para esta actitud pueden ser muchas y este espacio no es suficiente para todas.
Algunos, nos permitimos tener cercanía con alguien una vez, lo amamos y fuimos lastimados y, por ello, hemos decidido que era mejor no arriesgarnos a ser heridos de nuevo.
Para algunos, huir de la cercanía se ha vuelto un hábito, un hábito destructivo que les impide obtener el amor y la cercanía que verdaderamente quieren y necesitan. A veces, podemos estar engañándonos a nosotros mismos, de modo que ni siquiera nos percatamos de qué huimos ni de quién. Quizás, estamos huyendo cuando ni siquiera es necesario hacerlo.
Sólo puedo decirte, que esta bien dar y recibir amor. Que está bien sentir miedo a la cercanía y al amor, pero, está bien que nos permitamos amar y sentirnos cerca de la gente. Podemos trabajar en ello, tomar buenas decisiones acerca de a quién amar y cuándo hacerlo.
Está bien que seamos como somos al estar en contacto con la gente. Tomemos el riesgo de hacerlo. Podemos confiar en nosotros mismos. Podemos abrirnos, volvernos honestos y ser quienes somos. Incluso, podemos manejar el hecho de ser rechazados de vez en cuando. Quizás ya sea tiempo
de quitarnos los zapatos de correr.
NERY ESTÉVEZ ROSARIO
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