Los anuncios de perfumes se han convertido en un auténtico acontecimiento de rebajas, día de la madre,
Valentín o navideño en sí mismos. Además, ¿a quién no le han regalado alguna vez un perfume por
cualquiera de estas fechas? Este tipo de publicidad es altamente efectiva en cuanto a la decisión
de compra que reside en los usuarios. Las principales causas que motivan dicha decisión responden
directamente a los beneficios que nos aporta el producto. Pero, ¿qué ventajas puede poseer uno de estos productos
que lo haga superior frente al resto?, ¿qué tipo de promesa que se le hace al target?
¿Por qué compramos perfumes incluso sin probarlos?
A la hora de anunciar perfumes, estos se nos muestran como un objeto de deseo. Si bien el beneficio básico
sería el de perfumar y aportar buen olor, la realidad es que nos encontramos con que el olor no se puede
describir. Así que directamente no se comunica, se da por supuesto que huele bien. Además, existe el gran
problema de que hay una gran multitud en este tipo de productos. Razón por la cual, las marcas tratan de
hacer lo imposible por conseguir esa diferenciación frente a la competencia.
En este sentido se va un paso más allá en publicidad. Se tiende a crear cualidades inexistentes en el producto.
Este tipo de anuncios muestran fundamentalmente valores que nos aportan estos perfumes de una manera
que escapa incluso a lo racional: Al utilizarlos nos sentimos más seguros, con capacidad de triunfo,
más guapos y admirados… Con esto se crea una conexión que construye esa confianza tan anhelada entre
el cliente y la marca. Y todo ello sin que el protagonista de la historia ni siquiera llegue a interactuar
con el producto.
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