Esto a primera vista parece una necedad; pero nos hemos preguntado alguna vez, si sabemos amarnos. Seamos sinceros: ningún ambiente de la vida está tan lleno de expectativas y promesas como el ámbito del amor. Verdad que sería más justo decir: “estoy aprendiendo”, pero si lo pensamos bien; estamos aprendiendo a amar toda la vida
Y sin duda, es nuestra pareja la que nos enseña a amar. Ella es la que nos da todo, aunque tengamos presente, que puede hacernos felices o desdichados, solo depende de nosotros mismos. De ella, solo depende nuestra actitud y capacidad de mantenernos apegado a la realidad; solo así emergerá un verdadero amor que nos llenará toda la vida.
En una relación vivimos un amplio abanico de sentimientos, pero no tenemos porqué ser víctima de ellos. No solo importa lo que vivimos, sino la actitud ante lo que vivimos: nadie tiene el poder de hacernos desgraciados. Al igual que nadie tiene la llave de nuestra desdicha, tampoco tiene porque poseerla de nuestra dicha.
La pareja por sí sola no da la felicidad. Da muchas otras cosas, y cuando esas cosas están presentes y se conjugan adecuadamente experimenta felicidad, aunque la verdadera felicidad es la conexión con el latido de la vida. En verdad es difícil de explicar, algunos lo describen como entrar en el cielo y volver, otros como la mayor de las aventuras, en realidad amar es simplemente compartir con alguien, intercambiar un trozo de nuestro corazón, la parte más especial y reservada, solo para un ser de todos los que vivimos en este mundo.
En realidad, la idea de que la pareja debe hacernos felices es una falacia individual que pertenece al imaginario colectivo. El amor no alimenta resentimientos con tramas y pensamientos dolorosos, ni se cultiva con “lástimas”. El amor perdona, olvida y extingue todos los resquicios de dolor en el corazón. Como decía al principio durante toda la vida estamos aprendiendo a amar, pero es justo reconocer que también durante toda la vida debemos estar aprendiendo a perdonar; es decir aprendiendo a descubrir los valores que se encuentran dentro de nuestra vida y en el de nuestra pareja.
En estos casos es conveniente sopesar y tener presente que las personas a las que amamos siempre nos van a decepcionar de alguna manera o en algún momento. Esa diferencia de alguna manera enriquece cuando los caminos se aproximan al común de los entendimientos. Pero si por el contrario esperamos que los demás se comporten de una determinada forma y llenen ese vacío que llegamos a encontrar, creamos una necesidad de carencia y afectividad.
Por eso procurar limar las diferencias es responsabilizarnos de querer encontrar la felicidad que nos conservará un amor duradero. La aceptación, confianza y seguridad en nosotros mismos nos hace crecer la autoestima. Ayuda a vencer los miedos y sobre todo en las diferencias, haciendo despertar los valores que nos sustentan en el amor.
Así, que es de sabio revisar permanentemente nuestras actitudes ante nuestra relación, preguntándonos constantemente: ¿cómo sabemos si se ama de verdad? Pues, con toda sinceridad, te puedo responder ¡no lo sé! Solo lo puede sentir cada persona, conectando al mismo tiempo su corazón y sus emociones.
d.a.
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