Una leyenda relata que la lengua fue inventada por una de las concubinas del emperador, Hu Yuxin, que trasladada desde su aldea natal encontró el modo de escribir en un lenguaje que ningún hombre entendía para comunicarle a su familia que se sentía sola. Bordaba telas expresando sus sentimientos y las enviaba a sus hermanas. Aunque existen distintas versiones sobre cómo se creó esta lengua, todas tienen algo en común: una joven aislada necesitada de expresarse.
Lo cierto es que las mujeres chinas perdían todos los lazos familiares una vez que contraían matrimonio, para convertirse en parte de la familia de su marido. No solo su vida afectiva se veía desamparada, sino que tenían que iniciar nuevas relaciones, viviendo tanto o más recluidas que en Occidente. No es de extrañar que, y según los investigadores, es posible que alguna mujer emparentada con las autoridades lograra aprender a escribir, e imitara la escritura de forma rudimentaria. La difusión del nüshu por mujeres no escolarizadas, rurales y sometidas a las estrictas normas de la sociedad rural, puso al alcance de ellas un código con el que poder comunicarse, utilizando el ajuar, las piezas decorativas de la casa, abanicos, prendas de ropa, objetos de adorno personal, etc. Gracias a esta lengua, las mujeres rompían la soledad que implicaba ser esposas de hombres de otras aldeas, obligadas a vivir en condición de casi esclavas.
Según la tradición, las madres de las zonas rurales del sur de China transmitían el nüshu a sus hijas cuando eran pequeñas, y tres días después de que contrajeran matrimonio, estas recibían El Libro del tercer día, donde en las primeras páginas hallaban palabras en nüshu de felicitaciones y tristeza. Las demás estaban vacías para que fueran su diario.
Con unos 2000 caracteres, el nüshu es una lengua fonética, a diferencia del chino mandarín, que es logográfico –cada caracter representa una palabra o parte de una palabra–. La escritura es de arriba-abajo y de derecha-izquierda. Algunos de los caracteres se asemejan al chino mandarín, y según algunos especialistas, los movimientos pequeños y finos son el resultado de una mano experta en labores manuales, por lo que se cree que las mujeres de las zonas rurales que sabían nüshu no eran agricultoras, sino artesanas. Para muchos, esta escritura es producto de la discriminación sexual; para otros, un refinado tipo de cultura oral transmitida a través de generaciones de mujeres. Casi no ha quedado documentación escrita, puesto que era costumbre quemar o enterrar con las muertas los manuscritos en nüshu.
La lengua de las mujeres no era ningún secreto para los hombres de su comunidad; sin embargo, a ellos no les interesaba. En los años cincuenta del siglo XX, Zhou Shuoyi, un empleado del departamento cultural de Jiangyong, informó a Beijing del descubrimiento de una lengua de las mujeres, dándose a conocer al mundo en la década de los ochenta. En 2004 murió la última mujer que lo hablaba, Yang Huanyi, viuda de un granjero que aprendió el idioma siendo niña, y que confesaba: «hizo nuestras vidas mejores, porque nos ofreció un modo de poder expresarnos». Hoy en día, el nüshu se enseña en Jiangyong, tanto a mujeres como a hombres, y se ha convertido en un recurso turístico para la zona.