Mis sueños fragmentados
se perdían en la simplicidad,
de mi transitar cotidiano,
cual nubecillas solitarias
dispersas en el tiempo.
La magia irrepetible
de tu presencia,
en mi vida,
irrumpió en la rutina,
como un espejismo
inevitable, desconocido,
que estalló muy dentro,
en mitad del alma
- y lo llamé amor, sin vacilación-
Abrí, entonces, el corazón
y lo llené contigo
para llevarte por siempre,
como una luz suspendida
en la varita mágica
de una nueva ilusión.
Desconozco el autor