Siempre fui un hombre normal; ella me quería más alegre, detallista, social, simpático. Yo la pensaba siempre, le escribía poesía y le dedicaba todo mi tiempo. Ella me quería diferente, mientras yo con costos puedo ser yo mismo. Me encantaba pasar la tarde entera escuchando sus historias, incluso de sus amores pasados, que preferí nunca haber escuchado. Ella me soñó distinto, más fuerte, más grande, menos inseguro. Yo le pedí tiempo para que me encontrara, bajo mi rostro sin sonrisas, dentro de mis ojos ciegos; en este mundo mío perfectamente imperfecto. Ella se alejó de mi camino sin saber ubicarme en mis múltiples esfuerzos, para nunca más creer en lo que realmente soy. Yo sigo caminando, respirando miedos, atrapando sueños al morir la tarde, viviendo un día a la vez, siendo lo que para sus ojos nunca es suficiente ser. -Jorge Daniel
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