. Solemos pensar que nuestra comunicación con los demás empieza cuando abrimos la boca para hablar.
Y lo cierto es que ha comenzado mucho antes. Lo ha hecho en el preciso instante en que hemos aparecido
en escena y hemos compartido el espacio físico con nuestros interlocutores. Y en esta fase previa nos jugamos
causar una primera buena impresión que durante nuestra exposición simplemente se confirme, o,
por el contrario, causar una mala impresión inicial y que tengamos que remontarla. Como nos recuerda
Daniel Goleman, "para el establecimiento de una sensación positiva, los mensajes no verbales son mucho
más importantes que todo lo que podamos decir". Así, la primera impresión que tengan de nosotros
depende sobre todo de lo que diga nuestra comunicación no verbal.
"Los seres humanos estamos genéticamente programados para buscar señales faciales
y de conducta y para entender rápidamente su significado"
(Carol Kinsey Goman)
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