El
dolor también es un Ángel, de alas extendidas y brazos abiertos,
conduciendo a forzado descanso, al consuelo. El dolor es aviso de parto,
donde nace una nueva persona, el fin de la lucha humana, que anuncia la
grandeza divina. El dolor también es un Ángel, el de la
reconciliación, que envuelve la convulsionada soledad con sus alas hasta
que emerga la paz. El dolor es el rugido del león, el sonar de las trompetas, el cataclismo inminente, el rompimiento del cascarón.
El dolor también es un Ángel, al que nadie reza, al que el hombre
rechaza, siendo justamente, el divino portador de nuestra olvidada
fortaleza. De la red Dolly
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