Las experiencias dolorosas que desarrollamos a lo largo de nuestra vida conforman nuestras
heridas emocionales. Estas heridas pueden ser múltiples y podemos llamarlas de muchas formas:
traición, humillación, desconfianza, abandono, injusticia…
No obstante, debemos de hacernos conscientes de nuestras heridas emocionales y evitar maquillarlas,
pues cuanto más tiempo esperemos a sanarlas más se agravarán. Además, cuando estamos heridos,
vivimos de forma constante situaciones que tocan nuestro dolor y hacen que nos pongamos múltiples máscaras
por el miedo a revivir nuestro dolor.
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