El espejo refleja la autoimagen, pero también puede servir para el autoconocimiento
La clave está en saber cómo utilizarlo a diario sin caer en obsesiones.
El espejo de la cartera, el que está en el escritorio, en el baño, en la pieza, en el auto… el reflejo de las ventanas o de las vitrinas al caminar. Siempre hay un espejo a mano para mirarse. Y cuando se mira, ¿qué se ve?
Existen varias teorías al respecto. Unas más domésticas y otras más elaboradas.
Las primeras abordan la relación de la mujer o el hombre con el espejo como una conducta relacionada con el encanto. "Arreglarse y preocuparse de cómo nos vemos es parte de la coquetería porque verse al espejo es una manera de mirarse y de corroborar en ese reflejo, cómo uno se siente y de cómo está siendo vista por los demás", explica la psicóloga clínica de la Universidad Católica, Alejandra Jiménez (alelus12@yahoo.com).
Entonces, antes de sacar el espejo vendrán algunas de las siguientes preguntas: ¿Cómo me veré? ¿Se me habrá corrido el maquillaje? ¿Cómo estará mi pelo? Y acto seguido, con espejo en mano: "Ups, tengo ojeras, estoy horrible, claro… cómo dormí mal y pasé una pésima noche". ¿Será que el espejo, refleja realmente cómo se está?
"Lo que refleja el espejo es la autoimagen que la persona ha construido desde el vínculo inicial con la madre, con lo que nos refleja la madre y con los estímulos que ha recibido del entorno (positivos y negativos), la personalidad, autoestima y la manera en cómo enfrenta al mundo", propone la psicóloga y sexóloga, Muriel L'Oisseau (murielelo@hotmail.com).
Ese reflejo, añade, no es permanente sino más bien fluctuante y su interpretación dependerá del estado de ánimo que tenga quien se mira al espejo. Aunque, aclara, será difícil tener una mala autoimagen permanente, con excepción de las personas con trastornos alimenticios (como anorexia) y en menor grado, en los casos de envejecimiento, "donde hay cambios físicos que pueden invalidar tu vida relacional, tu vida en pareja".
Por tanto, la percepción que se tenga de sí mismo o cómo se vea será el resultado de un proceso personal. "Si te sientes bien por dentro, andas contenta se te notará en el brillo de los ojos, cabello, la piel, y si no, echarse una manito de gato también puede ayudarte a que te sientas mejor. Es una relación circular que va de afuera hacia adentro y viceversa, donde el extremo será el abandono y la despreocupación por sí misma", agrega Alejandra Jiménez.
Es que el espejo tiene una serie de simbolismos, como el que dice que lo que se ve o critica de los demás, es el reflejo de uno mismo y lo que se tiene que trabajar para ser mejor persona.
Casos extremos
"La conducta del espejo cuando se repite más veces en el día es una obsesión. El mirarse a cada rato, arreglarse, maquillarse constantemente refleja una inseguridad y la necesidad de estarse reafirmando en la imagen física para poder relacionarse con los demás", señala Alejandra Jiménez.
En ese sentido, el mirarse al espejo pasar a ser una necesidad neurótica por buscar aprobación a través de la imagen, "cómo me ven y quiero que me vean", y una tortura, cuando no se quiere ver y no se acepta lo que se ve.
Pero también existirá la posibilidad de que sea una necesidad de autodescubrimiento. "Creo que no hay ningún otro objeto que te muestre tu formas tal como son y desde donde puedo saber quién soy, incluso hay ejercicios terapéuticos que lo utilizan", afirma la psicóloga Paulina Alfaro Morales (paulimed@gmail.com).
La clave estará en distinguir entre lo que el mundo de la imagen propone como modelos a seguir (estereotipos de belleza), y lo que se quiere proyectar para no caer solo en el juego de los máscaras y olvidarse que todo comunica y que también "es importante la expresión frente a los otros, cómo me relaciono, si lo hago desde la rabia, el enojo o si soy más cercano y compasivo con los demás. Es como tomar conciencia de que los gestos, la actitud, la personalidad y la imagen de nosotros van de la mano", dice.
Por lo tanto, el reflejo del espejo será sólo una proyección mental ya que las personas son más que solo apariencia o imagen superficial. "Si me quedo ahí y tengo baja autoestima puedo proyectar mis carencias y verme horrible, olvidándome que tengo una serie de otras cualidades para relacionarme con los demás y que mi apariencia es anexa", reflexiona positivamente la psicóloga Alfaro Morales.
Francisca Vargas V.
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