Iban, mas no sé adonde ciertamente, un caballo y un asno juntamente; este cargado, pero aquel sin carga. El grave peso, la carrera larga causaron al borrico tal fatiga, que la necesidad misma le obliga a dar en tierra. «Amigo compañero, no puedo más, decía; yo me muero. Repartamos la carga, y será poca; si no, se me va el alma por la boca.» Dice el otro: «Revienta enhorabuena: ¿Por eso he de sufrir la carga ajena? Gran bestia seré yo si tal hiciere. Miren y qué Borrico se me muere.» Tan justamente se quejó el jumento, que expiró el infeliz en el momento. El caballo conoce su pecado, pues tuvo que llevar mal de su grado los fardos y aparejos todo junto, ítem más el pellejo del difunto. -Juan, alivia en sus penas al vecino; y él, cuando tú las tengas, dete ayuda; Si no lo hacéis así, temed sin duda que seréis el caballo y el pollino.- Félix María SamaniegoDolly
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