Aquellas personas que nos acarician el alma, que nos hacen
sentir esa tranquilidad que solo sentimos cuando estamos
convencidos de que justo allí, en ese ser, está lo que con mayor propiedad,
podemos llamar hogar, son las que sin duda se convierten en
acompañantes perfectos en este viaje llamad vida.
Podemos confundirnos muchas veces con las personas que
dicen presente en nuestras vidas, pero solo cuando no
hayan tocado nuestra alma, porque cuando eso ocurre,
no hay vuelta atrás, no caben dudas. Inclusive en los casos donde
se nos hace imposible permanecer junto a esa persona, sabemos
que la llevaremos en un lugar privilegiado y el amor siempre
alimentará ese vínculo.
Sara Espejo