y su dulce
Cuando productos precipitados de soya, como el tofu, son consumidos con carne, se reducen los
efectos del bloqueamiento mineral de los fitatos. Los japoneses comen tradicionalmente una pequeña
cantidad de tofu o miso como parte de un caldo de pescado, rico en minerales, seguido por un plato de carne
o pescado. Los vegetarianos que consumen tofu en grandes cantidades, como sustituto de la carne y productos
lácteos, corren el riesgo de sufrir severas deficiencias minerales.
En general, los científicos concuerdan en que las dietas basadas en granos y legumbres altas en contenido de fitatos, contribuyen a deficiencias minerales.
Las hemoaglutininas, que aglutinan los glóbulos rojos y reducen la absorción de oxígeno, son otros antinutrientes
presentes en la soja. Estas lectinas, deprimen el crecimiento, generan coágulos sanguíneos y reacciones alérgicas. Afectan
a los enterocitos (células de la mucosa intestinal) y por lo tanto disminuyen la absorción de nutrientes.
En cuanto a los minerales, la soya posee altas y problemáticas concentraciones de manganeso y fósforo. El manganeso
es 80 veces más abundante que en la leche materna, y su exceso disminuye los niveles de dopamina, genera hiperactividad
y falta de concentración (características del DDA infantil), espasmos, temblores y comportamiento violento.
El fósforo, mineral que en exceso también está asociado al déficit de atención infantil y a la fibromialgia, es una antagonista
del calcio, por lo tanto un promotor de deficiencias de calcio como la osteoporosis. Esto nos lleva a ver que carece de
fundamento la afirmación de que la soya evita la osteoporosis. Si los asiáticos tienen realmente tasas más bajas de osteoporosis
que los occidentales, bien puede ser porque su dieta proporciona abundancia de vitamina D (ayuda a fijar el calcio) procedente
de camarones, manteca, mariscos, y mucho calcio de los caldos de hueso.
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