Así
es la escuela de la vida; es la que te enseña que no es a la oscuridad
lo que temes, sino a lo que hay en ella y que no tienes miedo a las
alturas sino a caer… Vivir también te ayuda a comprender que no es que
no confíes en la gente que te rodea, sino que tienes miedo a ser
rechazado.
La
mejor filosofía para vivir en la vida, es vivirla con amor... Con amor
por nosotros mismos y por los demás, a pesar de todo lo que suceda.
Acepta a cada quien como es y no permitas que nadie cambie tu esencia, tu estado de ánimo, ni tus valores.
Que
tu miedo no es al amor, sino a no ser a amado. Y si no quieres dejar
ir, tu problema es que no aceptas que en realidad esa persona ya se fue…
Y todo esto forma parte del vivir, es esa sabiduría que no está en los
libros y que nadie nos puede enseñar. Es esa parte que debemos aprender
nosotros mismos y que duele; duele porque lo acabas comprendiendo a base
de golpes y de desilusiones.
Es un dolor te mantiene en vilo hasta
que se difumina y es entonces que vas más allá y subes un peldaño en tu
escalera. Porque en el fondo sabes que quién se resiste a aceptar el
cambio sentencia su muerte interior.
No te voy a pedir que me des un
beso. Ni que me pidas perdón cuando creo que lo has hecho mal o que te
has equivocado. Tampoco voy a pedirte que me abraces cuando más lo
necesito, o que me invites a cenar el día de nuestro aniversario.
No
te voy a pedir que nos vayamos a recorrer el mundo, a vivir nuevas
experiencias, y mucho menos te voy a pedir que me des la mano cuando
estemos en mitad de esa ciudad.
No te voy a pedir que me digas lo guapa que voy, aunque sea mentira, ni que me escribas nada bonito.
Tampoco te voy a pedir que me llames para contarme qué tal fue en el día, ni que me digas que me echas de menos.
No
te voy a pedir que me des las gracias por todo lo que hago por ti, ni
que te preocupes por mi cuando mis ánimos están por los suelos, y por
supuesto, no te pediré que me apoyes en mis decisiones. Tampoco te voy a
pedir que me escuches cuando tengo mil historias que contarte. No te
voy a pedir que hagas nada, ni siquiera que te quedes a mi lado para
siempre.
Porque si tengo que pedírtelo, ya no lo quiero.
Frida Kahlo.