Otra fantasía: pensamos que cuando tengamos esto o aquello,
seremos más felices. Piensa en ti en algún momento de tu vida.
¿Quizá soñaste que cuando tuvieras ese trabajo,
esa pareja o consiguieras ese coche te ibas a sentir mejor
o, incluso, ser más feliz? Y después de conseguirlo,
¿qué sucedió? Pues seguramente, nada.
Tuviste una satisfacción temporal, pero luego te llegaste
a acostumbrar a él o a ella y necesitaste otro estímulo
que te “garantizara” ser más feliz. Así somos.
Cuando conseguimos algo muy anhelado, después
queremos más y más. Esto es lo que Sonja Lyubomirsky
, una de las grandes expertas mundiales en felicidad,
denomina nuestra “adaptación hedonista”, que es una
manera de expresar que nos adaptamos a lo bueno y
una vez conseguido, nos deja de motivar. Y si no, piensa
cuando has estado enfermo. Sabías que lo más importante
era la salud y te prometías tenerlo muy en cuenta.
Sin embargo, una vez curado, tu mente dijo: “a otra cosa, mariposa”.
(Por supuesto, hace falta alcanzar un umbral. Si estamo
s en una situación de pobreza,
por ejemplo, resulta más difícil ser feliz.)
Pilar Jericó