¿Que siempre habrá quien no sea amable? Claro.
Y de hecho, está bien, porque lo último que queremos es un mundo
homogéneo donde se supriman las diferencias. Pero todo el que no sea
amable sólo estará potenciando la amabilidad ajena:
funcionará como la reacción que impulsa una acción.
Así, incluso el que no es amable cumple
una función social.
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