Al sentir emoción por lo que este día me brinda y por lo que planeo hacer, oro por guía. La paz de Dios aquieta mi mente, calma mis emociones y relaja los músculos de mi cuerpo. Orar aviva mis dones divinos de amor, sabiduría, comprensión y orden.
Soy guiado a organizar mi tiempo de manera que me permita cumplir con compromisos importantes, contribuir al crecimiento espiritual de los demás y del mío, y proveer la actividad física y el descanso que mi cuerpo necesita. Guiado de manera divina, también reconozco y dejo ir actividades que no promueven mi mayor bien. Siento la presencia de Dios a medida que mi día se desenvuelve en orden divino. Afirmo: Tengo tiempo, fe, y fortaleza suficientes para hacer lo que necesito hacer.