Y al final es uno mismo el que ignora la conciencia, el que avanza a contramano sin medir las consecuencias. Porque soy mi propio esclavo cuando digo lo que pienso, porque a veces hago daño cuando callo lo que siento. Y se pone cuesta arriba, y es tan fuerte la tormenta, que uno va quedando solo, como un faro entre la niebla.
Jorge Rojas
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