Tomar un poco de sol es beneficioso para el cuerpo y la mente porque ayuda a que el cuerpo sintetice la vitamina D, un proceso natural que se activa mediante el contacto de los rayos solares con la piel, y además mejora el estado de ánimo, debido a la influencia solar sobre los ritmos biológicos del cuerpo. Ello, sin contar el enorme placer que supone para el alma recibir el abrazo cálido y amplio que nos ofrece el sol...
Pero todos estos beneficios pueden disfrutarse siempre que se tengan en cuenta dos ideas: moderación y protección. Más aún, desde que la reducción de la capa de ozono y el cambio climático, están aumentando el efecto del calor y los rayos solares, sobre los seres vivos en el planeta.Los expertos desaconsejan tomar el sol en las horas centrales del día, las de mayor insolación, y durante períodos demasiado prolongados, que hacen que el cuerpo literalmente se “ase y achicharre a fuego lento”.
Si la exposición solar se efectúa en exceso, o sin aplicarse una adecuada crema de protección, la parte más externa de la piel, la epidermis comienza a sufrir problemas: irritaciones, sequedad tirantez, enrojecimientos, y finalmente quemaduras y ampollas.
La piel quemada por insolación comienza a curarse después de unos días, pero su sanación completa requiere semanas. La nueva piel es más delgada y sensible que la anterior.
• El poder del aloe
Cuando sientas tu piel tirante debido al sol, corta una de las hojas más exteriores de una planta de aloe vera y, después de retirarle la fría membrana que la recubre, aplica directamente sobre la zona afectada la sustancia gelatinosa que surge de la hoja de esta planta, también conocida como olivastro de Rodas, azabara, acíbar, zabila o sábila .
• Un baño de hierbas
Los ingredientes de este líquido regenerador de la piel castigada por el sol son: un cuarto de taza de hojas de consuelda, de banano y de flores de caléndula, que puedes adquirir en un herbolario o tienda naturista.
Echa agua hirviendo sobre las hierbas, deja reposar hasta que baje de temperatura y vierte la infusión resultante en un baño de agua, junto con tres gotas de aceite esencial de espliego y avena coloidal. Deja que tu cuerpo se moje en este saludable fluído.
• Compresas con agua fría: frescura al instante
Cuando se aplican durante al menos un minuto pueden aliviar las zonas enrojecidas. El frío, cuando no es demasiado intenso, ayuda a calmar de forma natural el dolor y la inflamación cutánea.
• Apúntate a la vitamina E
Según algunos estudios, este compuesto se puede aplicar en cremas después de tomar el sol, ya que ayuda a evitar la inflamación, la sensibilidad excesiva de la piel y las lesiones cutáneas.
Está disponible en forma de nutriente oral o en pomadas de aplicación externa. También puedes recibirla a través de los alimentos, manteniendo un consumo regular de legumbres, aceite de girasol, frutos secos, cereales integrales y germen de trigo.