El periodo navideño no deja indiferente a nadie.
Este influye en el estado de ánimo y nos evoca,
inevitablemente, a recuerdos y sensaciones pasadas.
Cada Navidad es distinta a la anterior, pero aun así,
nos hace recordar partes del pasado que nos acompañan en el presente.
Es un momento que nos remueve por dentro, que estimula nuestros
sentimientos, en todas sus formas, y que nos abre esa dulce
puerta ligada a nuestra infancia.
Y lo bonito de esto es que esa chispa interior chisporrotea a pesar
de las heladas del invierno y nos calienta por dentro sin tener que
encender la chimenea.