Hace algo más de 90 días el mundo se dio vuelta, y en consecuencia nuestras
vidas. De pronto nuestras certezas se volvieron incertidumbre y nuestro presunto
saber hacer se evaporó. Nos hubiera parecido ridículo e increíble
si nos hubieran anticipado que la globalización cultural consistiría en
un conjunto de reglas de higiene doméstica que nos indicarían que
deberíamos pasar nuestros días limpiando, descontaminando y
permaneciendo en nuestras casas la mayor parte del tiempo.
Las prioridades se modificaron: lo que ocupa el lugar más importante
ahora es cómo hacer para permanecer sanos, para sobrevivir.
Las personas buscan un momento fugaz de seguridad durante el día,
en el trabajo online, en los chats con amigos, en los intercambios
de consejos y videos, en las videoconferencias familiares,
en las charlas de maestros espirituales, mientras invade la angustia
por los médicos y enfermeros, por los trabajadores en las calles
y por las personas que están en situación de mayor vulnerabilidad
y carencia.
Estamos viviendo una situación que nos produce estrés crónico
-distrés- y nuestra adrenalina y cortisol inundan nuestro sistema biológico.
Funcionamos en modo supervivencia, esto significa ser disciplinados/as.
Son momentos de desechar los impulsos individualistas y actuar
con la mirada puesta en las consecuencias.
“Como médica sexóloga no puedo menos que recordar
las funciones de la sexualidad: procreación y trascendencia;
placer e inmunidad; autoestima y seguridad, y, por último
, pero no menos importante, comunicación y perdurabilidad
de la pareja. Todas ellas, funciones generadoras de oxitocina
y endorfinas entre otras hormonas y neurotransmisores que son
el antídoto de las hormonas del estrés.
Pero resulta que la sexualidad hoy día también tiene sus reglas.
Los infectólogos nos han dicho, entre otras indicaciones,
que es más segura sin besos", indicó Beatriz Literat,
médica sexóloga clínica y ginecóloga