Lo que en la contemplación
se absorbe, en el amor
se dispensa.
La
paz que proviene del hábito de la contemplación (...) no es ni rara ni
difícil de encontrar. Se ofrece a cada persona en ciertos momentos desde
temprana edad, aunque surge cada vez menos en caso de no haber sido
bien recibida. Puede ser alcanzada, entrenada y cultivada hasta que se
convierta en un hábito constante que forme la base de nuestra rutina
diaria. Sin ella la vida es solamente agitación, en la que todo sentido y
hasta toda intensidad de sentimiento acaban por extinguirse entre el
tedio y el desorden.
En
el corazón de la vida hay una minúscula y permanente llama de
contemplación. Incluso sin saber nada de ella, la gente vuelve
instintivamente a este “centro de calma”. Siempre está ahí, aún en medio
de las situaciones más turbulentas; pero algunas circunstancias le son
especialmente favorables.
Kenneth Rexroth
-Las ventajas de aprender y otros poemas-.