Ellas (las mascotas) no entienden de pasado ni futuro,
solo viven y disfrutan del presente con quienes les
brindan protección.
Presente, donde la emoción principal es esperarnos,
recibirnos, buscar nuestra mirada y segundos de atención.
La espera puede ser de horas o de décadas, pero
siempre nos esperan.
Y si no llegamos, hasta el último día de su existencia,
mantienen el dolor por la ausencia y la esperanza
de volvernos a ver.
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