La gente tiene esa manía de diseñar en nosotros sus deseos y frustraciones,
señalan nuestros defectos y cuando no los encuentran, los crean.
Critican cómo somos, lo que pensamos y amamos. Nuestra apariencia,
si somos altos o bajos, gordos o flacos, pelo rizado o alisado, somos objetos,
de los objetos punzantes constantes. No pasa por la cabeza, que una persona
puede ser resuelta con su apariencia, no entienden como alguien puede no encajar
en los estándares básicos y vivir de acuerdo con eso. La gente seria mucho más feliz,
si cada uno se mirara en el espejo de la realidad y se viera como persona libre
para ser lo que quiera y cambiar cuando se sienta cómodo, y si opta por cambiar,
que sea para complacerse, para vencer, y no para enmarcar en un mundo
donde se entra de cuerpo, pero se deja el corazón fuera, en silencio, amordazado
por el juicio de los demás...
a.d.
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