LA TEMPLANZA
Se dice que la templanza es la moderación de los placeres
de los sentidos, que constituye en una de las virtudes
cardinales y se refiere principalmente a no cometer excesos
aplicando la moderación y la continencia.
La palabra templanza proviene del latín ¨templar¨¨templo¨ .
Los griegos edificaban sus templos o lugares sagrados
en las partes más altas de las montañas porque les permitía
tener una visión completa del paisaje
y contemplar lo que sucedía.
El temple se aplica también al proceso que sufren
los metales y algunos cristales al ser sometidos
a temperaturas extremas para determinar su fortaleza
y así mejorar sus propiedades físicas
exponiéndolos a temperaturas muy altas y enfriándolos
después bruscamente en tinajas de hielo.
En Japón, los grandes guerreros templan sus espadas
sometiéndolas más de quinientas veces al cambio
de un rojo incandescente provocado por el fuego
para después sumergirla en una vasija de agua helada.
La templanza es una condición por la que todos
pasamos en el proceso de aprendizaje en cualquier
etapa de nuestra vida. Al igual que los metales
la templanza nos permite someter nuestras
capacidades a pruebas muy fuertes
en las que ponemos de manifiesto nuestro estado
emocional, intelectual, físico y espiritual.
Cada acto en nuestra vida puede ser una prueba
de templanza , nuestra personalidad es
como una espada que esta siendo templada
por el fuego y el hielo de la vida hasta encontrar
el punto del justo equilibrio en el que el filo
de nuestro espíritu sea uno solo e indivisible.
Cada uno de nosotros encontrará el punto exacto
de templanza en su vida, lo vamos aprendiendo
le vamos dando elementos para saber equilibrar
las circunstancias que se le presentan.
Templar el alma es acumular la luz y la fuerza interior
que nos proporciona los atuendos
para entrar al amor verdadero.