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Dicen que el reloj del Big Ben tiene una precisión intachable. De vez en cuando se han tenido que realizar pequeñas reparaciones para ajustar las agujas, que en ocasiones iban apenas 7 segundos adelantadas.
A pesar de ello, sí que ha habido factores externos que han puesto en peligro esa famosa puntualidad. Por ejemplo, el año 1962 entró con 10 minutos de retraso, ya que en nochevieja se acumuló tanta nieve en las agujas que impidió que funcionara correctamente.
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