"No te subas al árbol. Las señoritas están en silencio. Péinate. Cruza las piernas. No te rías tan alto. De eso no se habla. No está bien visto que salgas con tantos. Tan bonita y sin novio. ¿Cuándo te casas? ¿Y los hijos para cuándo? Egoísta. Se te va a pasar el arroz. Estás muy dejada. Deberías arreglarte más. Así quién te va a querer. No eres una mujer de tu casa. Deberías sentar la cabeza. Tengo una crema para esas arrugas tan feas. Si te cuidaras un poco más. Estás muy gorda. Estás muy delgada. Toda la vida escuchando lo que los demás opinaban sobre tu vida, lo que los demás pensaban que estaba bien o mal en ti. Toda la vida recibiendo consejos sin pedirlos, haciéndote sentir mal por no cumplir con sus expectativas, haciéndote sentir extraña por no desear lo que los demás desean, por ser de otra manera, por ser tú. Toda la vida atada al qué dirán, esclava de esa duda de si no estarías equivocada, de si tendrían razón y deberías ser más como ellos y menos como tú. Pero no. Tú eres la que decide, tu futuro te pertenece. No le debes nada a absolutamente nadie. Tú única obligación es no traicionarte, es tener el coraje suficiente para ser libre, para amar las cosas por lo que son y dejarte amar por lo que eres". (Roy Galán)
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