Todos somos prisioneros de la historia, del entorno, de las costumbres, de nuestras
propias circunstancias. Todos estamos condicionados, más allá de las leyes
que amparen nuestra libertad. Todos tenemos que soltar esos corsés construidos
a lo largo de la historia, tejidos a veces por nosotros mismos para protegernos
de los otros, para proteger nuestra intimidad, para proteger nuestro yo más íntimo.
Para ser libre hay que ejercer como una persona.
Hay que decir la verdad, tu verdad, aunque no sea una verdad políticamente correcta.
Vamos, que para vencer los tabúes, para hacer estallar los corsés, para abrir camino.
Rosa Díez