Quiero que entiendas, niña,
qué la vida real no es cómo en los cuentos de hadas.
A veces, no hay príncipe azul
ni felices para siempre.
A veces, es la princesa la que toma el control de las cosas
y va y planta cara a las adversidades,
porque ella puede, porque es fuerte.
Los monstruos no están debajo de la cama
o metidos en el armario,
están ahí afuera,
con cara de buenos,
dónde menos te lo esperas,
es tu deber saber identificarlos
para que no te causen daño.
Te caerás, lo sé,
pero siempre es importante no quedarte en el suelo,
hay que levantarse y seguir,
qué cada caída, cada herida,
será solo un aprendizaje nuevo.
No hay manzanas envenenadas
qué te vayan a matar,
hay cosas peores,
cosas que encontraras en cada esquina.
Jamás dejes que nadie te haga sentir menos,
tú eres valiosa por ser tú,
quiérete y comparte tu amor con alguien,
pero nunca dependas de él.
Si lloras,
recuerdas que siempre tendrás a alguien en casa que te espera.
Los finales felices no existen,
los finales siempre duelen,
pero si termina,
es porque es lo correcto.
Hay cosas que aún te falta por conocer,
historias que vivir,
cosas que no podrás entender hasta que lo vivas.
Pero ahora, anda, sal,
y enfréntate al mundo y que tú mejor arma siempre sea tu sonrisa.