La despedida
Conozco ese dolor que hinca,
El que sin sangre hace desangrarse
Ese dolor del adiós sin remedio,
sin causa.
Ese dolor frio que congela la vida,
Y hace brotar lágrimas secas,
Lagrimas que dejan surcos en el alma,
Y agrietan la piel sedienta de contacto,
sedienta de compañía.
Y en ese instantes de voltear la espalda
un ciclón de emociones de derriba.
Hace que tiembles de pies a cabeza,
no puedes aceptar que no hay razones válidas,
que el destino es tu cruel enemigo,
tu desgracia.
Conozco ese dolor que hinca
y te entierra un puñal en el centro de la vida.
El puñal de la desolación.
Ya no quedan palabras,
solo un sentimiento de soledad mortal.
En el rostro una mueca
y unos ojos resecos de llorar.
Carmen Amaralis Vega Olivencia