Soy fuerte en espíritu, mente y cuerpo.
Curación
Es natural querer apresurar el proceso de curación cuando no me siento bien. Deseo sentir energía, contar con la fortaleza de mis músculos y disfrutar de vigor. Mas, cuando descanso y presto atención a mi cuerpo, sano más rápidamente. Le pregunto a mi cuerpo, como lo haría con un niño: “¿Qué necesitas?” Y presto atención a la respuesta, atendiendo a mi cuerpo con sabiduría y amor.
Durante el proceso de curación, aprecio la complejidad de mi cuerpo, el latir de mi corazón y lo intrincado de cada órgano y célula. Afirmo que la vida divina y la energía sanadora me hacen fuerte y saludable. Doy gracias por la capacidad que Dios ha dado a mi cuerpo para sanar y restablecerse.
Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz.—Salmo 36:9
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