Uno podría pensar que la educación imaginativa es algo para los niños, ¿es un mito?
Es un mito. La imaginación tiene cinco fases que se desarrollan a lo largo de la vida.
Mientras más años tienes, mayor es el potencial para imaginar.
A mí me gusta mucho trabajar con adultos porque son las personas que ya tienen acumuladas
las cinco fases de la imaginación: la somática, la mítica, la romántica, la teórica y la creativa.
El cometido de la educación imaginativa es que las personas conozcan cómo funcionan
con cierta profundidad esas cinco fases y puedan educarlas.
Cuando somos bebés estamos en la fase somática, eso quiere decir que imaginamos desde
el cuerpo. Aunque el lenguaje oral no está presente, el bebé se comunica fabulosamente
usando gestos, los sentidos, las sensaciones, el humor. En todo eso se manifiesta la imaginación.
Cuando el niño empieza a hablar desarrolla la imaginación mítica.
Su característica especial es que hay mucha fantasía, mucha libertad mental, muchas historias.
¿Y eso se acaba en la adolescencia?
Cambia porque el adolescente vive en la imaginación romántica, que es la tercera fase.
El adolescente pasa por un duelo cuando descubre que el mundo no es lo que
pensaba. La mente de la imaginación romántica brinca mucho entre el duelo
del pasado y el augurio de un futuro muy distinto.
Se imaginan cómo será su futuro desde una mente sumamente egocéntrica
porque creen que sus experiencias son la realidad.
La cuarta fase es la imaginación teórica-filosófica, que se da en una mente
que ha reposado.
Avanza desde la imaginación del cuerpo, trae las fantasías de la infancia,
pasa por las experiencias
de la adolescencia y está buscando callarse, porque ha entendido que
no lo va a poder saber todo.
Empieza a teorizar, a hacerse preguntas.
¿Y dónde busca respuestas?
En los libros, en las conversaciones, fuera de sí mismo.
Es una imaginación más nutrida, una mente que se ha abierto a buscar
respuestas porque sus experiencias no son suficientes.
Es interesante la idea de que la mente busca callarse…
La persona más imaginativa es la que ha sabido callar porque ha escuchado lo que
imagina el otro y ha sumado a su propio imaginario algo de su imaginario.
Es la quinta fase de la imaginación adulta, la fase creativa.
Es una imaginación más elevada porque está llena de referentes externos a la propia
mente. Es una fase mucho más serena y, por lo tanto, mucho más creativa.
¿Hay adultos sin imaginación?
No, no, no. No existe ningún adulto sin imaginación. Neurológicamente eso no es posible.
Adriana Grimaldo
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