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Yo me nazco, yo misma me levanto, organizo mi forma y determino mi cantidad, mi número divino, mi régimen de paz, mi azar de llanto.
Establezco mi origen y termino porque sí, para nunca, por lo tanto. Soy lo que se me ocurre cuando canto. No tengo ganas de tener destino.
Mi corazón estoy elaborando: ordeno sufrimiento a su medida, educo al odio y al amor lo mando.
Me autorizo a morir sólo de vida. Me olvidarán sin duda, pero cuando mi enterrado capricho lo decida.
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