En México, en el llamado valle de las Siete Luminarias, se esconde un enigma o misterio relacionado con la producción de hortalizas y verduras de un tamaño gigantezco. Esto se logra mediante un método que, aparentemente (según se informa), fue originariamente dado por seres extraterrestres a las personas de ese valle.
Oscar Arrendondo, quien dice ser contactado por seres extraterrestres, es una de las personas que dice conocer ese método para la producción de hortalizas y verduras gigantes.
Con este método, podría resolverse en gran medida el hambre en el mundo, porque con una sola hortaliza de este tipo podría alimentarse a una familiar entera.
Yo ignoro que hay de verdad en todo esto, pero insto a toda persona interesada en buscar la verdad en que intente, por sus propios medios, comprobar este método y reproducir sus resultados.
A continuación, presento una serie de videos con Oscar Arredondo en los cuáles comenta algo los métodos empleados para lograr producir verduras y frutos gigantes:
www.youtube.com/watch?v=I0YdtIPm6dw
LAS VERDURAS GIGANTES
Arredondo aconsejó a José Carmen para que dijera que la “fórmula secreta” provenía de las enseñanzas de seres extraterrestres que le visitaron tiempo atrás. Según Arredondo el método para “fabricar” esas verduras se basaba en procesos astrológicos dictados por entes de otros mundos. Las verduras crecen de ese tamaño porque, mediante la astrología, se escoge el día y hora más adecuados para sembrar la semilla. El lugar de siembra se determina mediante un péndulo. A cada semilla se le saca una especie de carta astral para poder determinar las mejores condiciones para su siembra. De esa manera tenemos que una acelga podría ser de signo Aries, mientras que un nabo sería Acuario o una cebolla podría ser Piscis. ¿Ridículo? ¡Sí! Y sin embargo mucha gente creyó esas tonterías.
¿Cuáles eran las intenciones de Arredondo? Además de aportar una “prueba” de la realidad del fenómeno OVNI (tema que es una obsesión para el fotógrafo), podría atraer la atención de las autoridades hacia su ciudad (y su persona), y crear un polo de desarrollo agrícola para generar una mayor derrama económica en la zona. Por esa razón, Óscar logró establecer contacto con personajes tan importantes como el mismo Secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos, el ingeniero Francisco Merino Rábago, con quien se revinieron el 20 de septiembre de 1977 en las oficinas de la propia secretaría. En ese lugar Óscar planteó lo siguiente:
“Imagínese Valle de Santiago con los cráteres de las Luminarias infestados de verduras y frutas gigantes; creo que el problema del hambre sería menor. Pero si digo cómo hacer verduras gigantes, el rico se volverá más rico”.
En dicha reunión Óscar y Carmen García ofrecieron entregar la fórmula a cambio de que se cumplieran dos condiciones: La creación de un parque nacional en la ciudad de Valle de Santiago y la construcción en el sitio de una escuela de agricultura, precisamente en el interior del cráter llamado La Joya de las Flores.
Arredondo propuso llevar a cabo un experimento entre los técnicos de la secretaría y los campesinos vallenses (1). Ambos sembrarían diversas hortalizas en un terreno neutral de Tangasneque, cerca de Tampico, Tamaulipas. El experimento se hizo en 1977. Se dividió el campo en dos parcelas iguales, de aproximadamente 20 hectáreas cada uno. Los ingenieros agrónomos sembraron las hortalizas utilizando técnicas convencionales y usando abonos, de acuerdo con los métodos aprendidos en la Universidad de Chapingo. Los campesinos, “pared con pared” (según las propias palabras de Arredondo), utilizaron sus propios procedimientos, “según su secreto saber y entender”. Ambos grupos se vigilaban mutuamente.
En abril de 1978 llegó el momento de la cosecha. Los campesinos obtuvieron cinco a ocho toneladas por hectárea, mientras que los agrónomos rebasaron fácilmente las 100 (107 para ser exactos). Al saber los resultados, Merino corrió al fotógrafo y no quiso saber más de él.
Pero Óscar cuenta la historia de manera diferente. Para él quienes resultaron vencedores fueron ellos, mientras que los derrotados fueron los ingenieros. Pero si eso hubiese sido verdad dudo mucho que Merino Rábago hubiera dejado ir la oportunidad de convertirse en el salvador de la patria (y tal vez del mundo), al mostrar urbi et orbi las bondades de un nuevo método de cosecha que eliminaría de raíz los problemas de alimentación de la Tierra. El secretario de Agricultura se olvidó del asunto porque, además de obtener una cosecha infinitamente más pobre, los frutos que se conseguían por el método astrológico-rabdomante-extraterrestre eran casi pura agua. En efecto, el gran volumen se conseguía por la gran acumulación de agua en los tubérculos, de tal manera que una enorme col de 45 kilogramos tenía el mismo valor nutritivo que una col normal. Alguien que se alimentara de esas verduras moriría de hambre (aunque no de sed).