Es la conclusión evidente después de ver los 88 minutos de este excelente documental, quizá el más importante de cuantos he tenido la oportunidad de ver sobre temas científicos, sencillamente porque nos incumbe, porque estamos involucrados en el tema que estos –a mi parecer- honestos científicos, no obstante ver fracasados sus intentos por resolver tan imponte hallazgo, por sabotaje e incoherencias de ciertas instituciones, han querido compartir con el mundo.
De hecho, su valiente procedimiento, les garantizará ser ignorados como científicos en lo sucesivo, mientras los interesados en el ocultamiento sigan ostentando el poder para obligar -por sustracción de información- a creer sólo la versión oficial sobre quienes somos. Algunos considerarán que se trata sólo de protección de la fauna marina, pero en este caso específico es sobre nuestra relación directa con mamíferos cetáceos que tienen todo que ver con nuestra existencia en este planeta azul, nada menos que nuestros telépatas hermanos mayores sirios y veganos, de allí la denominación de “sirénidos”, que emiten sonidos, altas frecuencias que denominamos de sonar, así que les estén atacando con bajas frecuencias con instrumental tecnológico de alto poder que muy pocos tienen en la tierra.