por José Antonio Campoy
Se llama Ayham Doyuk, nació en Turquía y afirma haber descubierto una fórmula basada en ¡agua! que permitiría – entre otras muchas cosas – descontaminar el planeta entero de la polución, especialmente de la causada por el petróleo y sus derivados.
Es más, asegura que con algunas de las variantes que ha elaborado se puede:
- prevenir un incendio y apagar rápidamente cualquier fuego – incluyendo los causados por metal, vapor, gas, líquidos y materiales sintéticos y eléctricos
- descontaminar el aire y la tierra así como las aguas de mares, ríos, lagos, estanques, pantanos y pozos dejándolas cristalinas
- desalinizar el agua, deshacer la nieve y el hielo de calles y carreteras
- desinfectar los vertederos, eliminar las emisiones de gases dañinos por la combustión de basura, descontaminar y fertilizar por completo cualquier terreno
- proteger las cosechas de plagas dañinas, evitar la deshidratación y congelación de los vegetales a causa del calor intenso o las heladas
- curar enfermedades… y muchísimas cosas más…
¿Estamos ante un genio o ante un farsante?
A pesar de haber hablado largamente con él en Dusseldorf (Alemania) y con algunos de sus colaboradores y de haber presenciado demostraciones realmente inauditas me sigue costando aceptar que todo lo que me contó sea cierto. A pesar de que tanto él como las personas de su equipo me causaron una excelente impresión a nivel humano.
Así que entenderé perfectamente que el lector ponga en duda lo que afirma. Y, sin embargo, no encuentro sentido a que todo sea un fraude magníficamente elaborado.
Porque, en tal caso,
- ¿Cómo se explica que se empeñe en hacer sus demostraciones ante científicos y expertos de universidades y centros de investigación?
- ¿Y cómo se explica que no sólo acepte sino que insista en que los presentes se lleven muestras de los productos de los experimentos para analizarlos en laboratorio?
- ¿O que acepte que los periodistas graben todo experimento desde cualquier ángulo y distancia para corroborar que no hay posible truco?
Es más, todos los recipientes que utiliza en las demostraciones son de vidrio transparente para no dejar dudas. Y eso cuando hay posibilidad de plantearse un posible truco porque en algunos casos parece imposible.
Quien suscribe este texto, por ejemplo, ha visto cómo apaga en una décima de segundo una sartén de aceite ardiendo mediante una breve pulsación a un bote de spray que contenía una de sus fórmulas acuosas. Y esa simple demostración me pareció contundente. Al menos, los dos amigos químicos con los que he hablado sobre ello me aseguran que eso es imposible, que no hay ningún producto conocido capaz de lograr eso.
También le he visto meter un dedo en su fórmula acuosa y luego en gasolina, prenderla fuego y ver cómo el dedo ardía hasta consumirse la gasolina… sin que las llamas le afectaran lo más mínimo.
“Muy espectacular – pensé en aquel momento intentando buscar una explicación racional – pero eso es que antes se había rociado el dedo con algún producto que yo desconozco y se formó una película protectora….” .
Sólo que luego le vi hacer lo mismo con una servilleta corriente de papel.
Vi cómo la mojaba en su fórmula, cómo la empapaba después de gasolina, la prendía fuego y ésta ardía unos cuantos segundos hasta que se consumía la gasolina y cómo, a continuación, mostraba la servilleta intacta. Aquello me dejó perplejo. Durante una época de mi vida, hace ahora casi catorce años, tuve la oportunidad de asistir continuadamente durante varios meses a una serie de espectáculos de magia y me interesé ampliamente por saber cómo se hacían los trucos de ilusionismo.
Tres meses después era capaz de descubrir la mayoría. Pues bien, tengo la certeza de que en este caso no cabía un posible “cambiazo”. No sólo la servilleta estuvo siempre a la vista sino que para corroborarlo se grabó en primer plano estando sus manos siempre bien abiertas. Tuve mucho cuidado en no perderme detalle.
Además, luego vi también cómo hacía lo mismo con una camiseta de algodón depositada en el suelo. Cómo primero le echaba encima su agua, luego la gasolina y cómo la prendía y se quemaba durante un buen rato… para, al apagarse, tomarla con los dedos, sacudirla y comprobar que estaba ¡intacta! No se había quemado ni un trocito.
Debo decir que vi también en video cómo hizo lo mismo con un arbolito que tenía varias hojas secas y estaba colocado en un macetero. Primero lo roció con su fórmula y a continuación de gasolina prendiéndolo. Sólo que como esta vez se trataba de una demostración para el cuerpo de bomberos de Estambul, el árbol se apagó con una manguera de incendios corriente… pero con el agua preparada por Doyuk. Pues bien, las llamas se apagaron en muy pocos segundos y el árbol estaba intacto. ¡No se habían quemado ni las hojas secas!
No quiero insistir. Pero debo añadir que las demostraciones con el fuego son numerosas y espectaculares. Doyuk afirma que el cuerpo de bomberos de Estambul – me mostró el video – ha hecho ya numerosas y sorprendentes demostraciones. Y asegura que la fórmula acuosa que utiliza es tan potente que con ella se puede apagar rápidamente cualquier incendio. Tanto pequeño como de grandes proporciones.
Es más, afirma que si se riega un bosque con su agua… éste no puede ya quemarse. Y quien dice un bosque dice una casa. Y no sólo eso: me aseguraría que si un bombero empapa bien con su fórmula el traje especial que lleva y se introduce en el interior de una casa ardiendo… no sólo no se quemaría sino que la temperatura externa que sentiría sería muchísimo menor.
Se me llegó incluso a asegurar que si se riega un terreno con el agua y se hace explotar una bomba la llamarada posterior a la explosión se apaga casi de inmediato.
Por supuesto, no acabarían ahí las demostraciones. Como expliqué al principio, Doyuk asegura que es capaz de convertir cualquier hidrocarburo en oxígeno, hidrógeno y aminoácidos. Y resultó espectacular ver cómo tras echar un simple chorrito con su fórmula en un recipiente grande de vidrio trasparente lleno de agua al que se le había agregado petróleo y gasolina, ambos productos se trasformaban en cuestión de segundos en aminoácidos, en bionutrientes, quedando el agua cristalina y pura.
Créanlo: lo que era un gran recipiente con una buena cantidad de petróleo y gasolina se transformó en segundos en agua limpia. Y para demostrarlo, echó un pez en él y éste no sólo nadó apaciblemente sino que acudió pronto a comerse los bionutrientes del fondo en que ambos productos se habían convertido.
No voy a seguir. Necesitaría varias páginas sólo para contar los experimentos y pruebas que Doyuk efectúa para demostrar lo que asevera. Y no ya ante un periodista como es mi caso sino ante científicos de primera línea. Pero el lector sí debe saber que a partir de la “fórmula madre”, Doyuk asegura haber desarrollado numerosas fórmulas secundarias a fin de dar solución a los más variados problemas.
Hago un breve resumen de algunas de las áreas en las que afirma que existen ya productos desarrollados y listos para su comercialización aunque advierto que hay muchos más.
Medio ambiente
Existen productos que permiten la descontaminación prácticamente total – orgánica, inorgánica y bacteriológica – de océanos, mares, ríos, lagos, lagunas, pantanos, estanques, represas, manantiales y pozos.
¿Cómo?
Pues, “sencillamente”, rompiendo las estructuras moleculares de los hidrocarburos y originando un proceso que da lugar a diversas reestructuraciones químicas.
Por un lado, el oxígeno y el hidrógeno son liberados hacia la atmósfera y el carbono se precipita hacia el fondo transformado en bionutrientes. El resto de los productos químicos – entre ellos, los metales pesados – son “encapsulados” con lo que se inactivan, se vuelven inocuos. Incluidas las bacterias que terminan desapareciendo.
Es posible pues efectuar una limpieza completa de toda la contaminación existente por petróleo y sus derivados. Cualquier mancha de petróleo en tierra o en océanos, mares, ríos, lagos, etc., desaparece. Y, por supuesto, deja inmaculados oleoductos, refinerías, tanques de almacenaje y transporte, depósitos de residuos, torres, maquinaria, etc.
Asimismo, asegura que podría depurarse por completo el agua de desecho de las ciudades, que todo el “agua” de las cloacas podría reciclarse trasformándola de nuevo en agua pura y, además, sin dejar contaminantes químicos. De forma sencilla y económica.
Es más, existe una fórmula que permite convertir la gasolina en un gel inflamable – algo que permitiría efectuar su transporte sin peligro - proceso que puede ser revertido con la ventaja de que la gasolina resultante es de mucha mayor potencia y, además, si bien es flamable no puede explosionar.
También pueden desinfectarse por completo los grandes vertederos y evitar las emisiones de gases dañinos por combustión de la basura.
En cuanto a los incendios, la fórmula permite controlar rápidamente cualquier fuego incluyendo los causados por metal, vapor, gas y materiales líquidos, sintéticos y eléctricos.
Y lo hace actuando simultáneamente a tres niveles. Primero, sobre la parte superior del fuego impidiendo que el oxígeno lo alimente, lo que consigue encapsulándolo. Ello evita en segundo término las altísimas temperaturas que impiden penetrar tanto al agua como a otras sustancias químicas para extinguirlo.
Y en tercer lugar, la fórmula agota la fuente de combustible inerte a través de una reacción bioquímica inmediata en virtud de la cual los hidrocarburos son transformados en aminoácidos. Cabe añadir que todo material combustible al que se le echa agua con la fórmula – madera, papel, petróleo y sus derivados, etc. – se vuelve inflamable. Por tanto, el agua puede utilizarse preventivamente a fin de evitar todo tipo de fuegos.
También existe una fórmula para descontaminar el aire. Incluyendo la producida por las emisiones de gas metano, las sustancias volátiles producidas por numerosos productos de limpieza, los famosos CFCs emitidos por los aparatos de aire acondicionado, refrigerantes y sprays, el óxido nitroso de los fertilizantes, el bromuro de metilo de los pesticidas, el humo del tabaco, el radón, las partículas emitidas a la atmósfera por los incendios forestales, el dióxido de azufre y las cenizas volcánicas esparcidas por los volcanes, etc.
Sirva de ejemplo que bastarían unas cuantas avionetas esparciendo la fórmula sobre el cielo de una ciudad para librarla de la contaminación – el llamado smog – en poco tiempo.