Jean-Pierre Garnier Malet es un doctor en Física francés, especializado en mecánica de los fluidos, que descubrió en 1988 que el tiempo se desdobla. La aplicación científica de esa teoría, permitió explicar desde la llegada de planetoides al cinturón de Kuiper, hasta el mecanismo de los pensamientos, o de la vida.

Porque, incluso en contra de lo que hasta hace poco tiempo se creía comprobado, Garnier Malet afirma que, gracias a su descubrimiento, puede comprobarse que no solo el tiempo se desdobla, sino que el ser humano también, siguiendo la pauta de casi todo el universo.

Desdoblamiento del tiempo y el ser humano

La teoría del desdoblamiento afirma que nuestro cuerpo es también energía que puede proyectarse hacia el futuro, extrayendo información de esa realidad paralela, que traslada a nuestra existencia presente. Según Garnier, de cada instante que vivimos, una pequeñísima partícula es información mental que recibimos inconscientemente, sobre nuestro futuro, de nuestro “otro yo”, formado de energía,cuánticamente hablando.

“Tenemos la sensación de percibir un tiempo continuo. Sin embargo, tal como demuestran los diagnósticos por imágenes, en nuestro cerebro se imprimen solamente imágenes intermitentes. Entre dos instantes perceptibles siempre hay un instante imperceptible”, dice Garnier. Y explica, más gráficamente:

“El fenómeno del desdoblamiento del tiempo nos da como resultado el hombre que vive en el tiempo real y en el cuántico, un tiempo imperceptible con varios estados potenciales: memoriza el mejor y se lo transmite al que vive en el tiempo real.”

Imágenes subliminales, como en las películas

El doctor Garnier Malet comenta en su disertación que, de cada 25 imágenes por segundo que se proyecten en una pantalla, solo vemos 24, porque la número 25 nos pasa desapercibida, aunque nuestro cerebro capta subliminalmente la información que aporta esa imagen no advertida. De parecida manera, nuestro “yo”, lo que somos realmente, se desdoblaría en cuerpo físico con existencia consciente en el presente, y energía (que también forma parte de cada uno de nosotros) encargada de viajes en el tiempo, buscando el mejor modo de preparar nuestro futuro. Esa información, según Garnier Malet, se transmitiría al “yo” material, principalmente en las horas de sueño profundo. De ahí, la vital importancia que le da a la intuición, el pensamiento positivo y el instinto de supervivencia.

“Podríamos decir que entre el yo consciente y el yo cuántico se da un intercambio de información que nos permite anticipar el presente a través de la memoria del futuro. En física se llama hiperincursión y está perfectamente demostrada”, explica el científico.

Otra propiedad física, conocida como “onda-partícula”, desarrollada e investigada por el también físico francés Louis-Victor de Broglie y avalada por el propio Einstein, demuestra que también las partículas se desdoblan en corpúsculo y ondas de energía. Nuestros cuerpos, materia al fin, deberían seguir la misma ley, con propósitos definidos aunque, por ahora, ignorados para el ser humano. La teoría del desdoblamiento de Garnier Malet da sentido a ese propósito.

Pensamientos que crean futuro

Para poder utilizar esa información subliminal, aún inadvertida, que llega a nuestro cerebro gracias a nuestro yo “energético”, según la teoría sería imprescindible que cuidásemos la pureza de nuestros pensamientos. Ellos son, imaginando constantemente posibles futuros para nosotros, los que ponen barreras a la realización de nuestro hipotético mejor futuro.

Cierto es que, de continuo y dependiendo de las circunstancias, la mente nos presenta elucubraciones de lo que nos puede pasar, o lo que deberíamos hacer, de cara al futuro personal. Solemos tender a creer más en el peor futuro que imaginamos; solemos temer toda clase de imprevistos indeseables, o imaginar desenlaces nefastos a circunstancias puntuales. Esa tendencia hacia pensamientos negativos, dice Garnier Malet, propicia que nuestra energía “exploradora” del futuro busque en los parámetros que le indica nuestra mente negativa, provocando realmente un futuro poco halagüeño. Sin embargo, sipensamos en positivo, prestando atención a nuestra intuición en la resolución de conflictos, ese otro “yo” viajero nos traerá de la “otra dimensión” la información correcta para preparar un futuro simultáneo satisfactorio.

Si imaginamos o deseamos algún perjuicio para otra persona, asegura el físico francés, acabaremos por recibirlo nosotros mismos, ya que eso es lo que proyectamos como “orden de búsqueda” a nuestra parte energética. El pensamiento correcto debería ser lo más limpio posible, sobre todo en las horas cercanas al sueño, momento en el que se establece el mayor intercambio de información entre nuestros “yos” desdoblados.



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Ya está bien de premiar al ego. Necesitamos un cambio ya!!!


El ego nos es necesario como instrumento o vehículo de comunicación y expresión entre nuestro Yo interno y el mundo exterior.

El problema surge cuando el ego deja de comunicar y expresar nuestra verdadera esencia para convertirse en un espejo de lo que ve y percibe afuera en vez de ser un espejo de lo que  somos dentro.

En ese momento el ego asume identidad propia separada de nosotros mismos y pasa a convertirse en un usurpador del YO.

Estamos ahora mismo en una etapa de evolución a nivel energético muy importante, y ahora más que nunca debemos trabajar con nuestro ego. Es de vital importancia que el ego asuma nuevamente su papel de expresión del Yo interno.

La sociedad actual ha ensalzado el ego hasta convertirlo en un Dios en sí mismo.

Hemos construido una sociedad entera que gira alrededor del ego. Dinero, poder, obsesión por el físico, modas, status, y brillar mucho de cara a la galería. Ensalzamos y consideramos como sociedad respetables a las personas que materialmente tienen más, mansiones, coches de lujo, joyas, aviones y demás, aunque para lograrlo hayan utilizado métodos que no son precisamente compatibles con el amor, la compasión, sino mas bien el egoísmo y la avaricia.

Con este comportamiento estamos premiando a esos egos, estamos animando a que más gente se suba en esta carrera del ego para obtener esa reputación, ese respeto y ese control sobre los demás.

Mucha gente busca ese respeto de los demás, ser el centro de atención, que los demás digan que es el mejor, el más guapo, el que tiene más dinero, mas poder, mas, y mas y mas.

Si ese respeto se lo arrebatásemos a esas expresiones del ego y se lo otorgásemos al que demuestra valores, que son al final del día expresión de nuestro Yo interno, amor, compasión, lealtad, humildad, respeto, integridad, la gente no buscaría entonces tener más poder o ser el más guapo, sino  ser mejor persona y expresar los valores del Yo Superior.

Nuestra sociedad aplaude las conductas mezquinas, la avaricia, los abusos, el egoísmo, y la sociedad somos todos. No podemos esperar un cambio si no comenzamos por cambiar nosotros mismos.

Si no controlamos esta expresión distorsionada y ensalzada del ego, nuestro Yo Superior se encuentra con una barrera, la de nuestro propio ego para su expresión.

Es por eso de suma importancia y especialmente en el momento energético de evolución que estamos viviendo que de una forma consciente tomemos control de nuestro ego y que como sociedad reaccionemos hacia la escala de valores y prioridades que manejamos para que entre todos podamos rebasar la barrera del ego y que nuestro ego se convierta a nivel individual y social en una expresión de nuestro Yo verdadero, de nuestra esencia divina.


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LA VERDADERA HISTORIA DEL ENTRENAMIENTO DE DELFINES Y ACUARIOS

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Seguro que usted se ha visto alguna vez en esa situación en la que después de mantener una conversación con un amigo se ha sentido desolado, ha contemplado el mundo con más tristeza y menos entusiasmo que antes de empezar la conversación, o ha pensado: “Madre mía, a este amigo no le pasa nada bueno, siempre tiene una queja”.

Y en situaciones extremas, ha escuchado el teléfono, ha visto el nombre de la llamada entrante y ha dejado de atenderlo porque sabe que esa persona, de alguna manera, le va a complicar la vida: le va a contar un nuevo problema o seguirá hablando de su monotema, por lo general con temática “desgracia”. La pregunta que uno se plantea siempre después de pasar un rato con las personas víricas es: “¿Y yo qué necesidad tengo de estar oyendo esto?”.

¿Quiénes son las personas víricas? Aquellas que llegan y le contagian de mal humor, de tristeza, de miedo, de envidia o cualquier otro tipo de emoción negativa que hasta ese momento no se había manifestado en su cuerpo. Es igual que un virus: llega, se expande, le hace sentir mal y cuando se aleja, poco a poco, usted recobra su estado natural y, con suerte, lo olvida.

El origen de la persona vírica puede ser variado: el mal genio, la envidia, la falta de consideración, el egoísmo, la estupidez o la falta de tacto. Lo importante es verse con recursos suficientes para protegerse del contagio. El mundo está lleno de personas víricas de diferentes tipologías, unas menos dañinas y otras malévolas que dejan memoria y cicatriz.

Víricos pasivos. En esta categoría incluyo a los victimistas, los que echan la culpa de todo su mal a los que tienen alrededor, nunca son responsables de lo malo que les ocurre porque son los demás o las circunstancias los que provocan su malestar. Si les escucha y a usted le va bien, llegará a sentirse mala persona por disfrutar de lo que los victimistas no tienen. Y no porque no tengan posibilidad de hacerlo, sino porque han aprendido a obtener la atención a través de la queja y eso es cómodo. Se sienten maltratados por la vida y abandonados de la suerte. Por supuesto, le hacen sentir mal a quien no les presta la atención de la que se creen merecedores. Con estas personas sufrirá el contagio del virus tristeza, frustración y apatía.

“Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien” (Víctor Hugo)

Víricos caraduras. Son los que siempre le pedirán favores, pero a la vez no son capaces de estar atentos a sus necesidades. No mantienen relaciones bidireccionales en las que entreguen tanto como reciben. Tiran de otros sin preguntarles si están bien, si necesitan ayuda, si les viene bien prestársela en ese momento. Son egoístas y egocéntricos, y en el momento en el que se deja de satisfacer sus necesidades comienza la crítica y el chantaje emocional. Con estas personas sufrirá el contagio del virus “siento que abusan de mí”, aprovechamiento y resignación.

Víricos criticones. Viven de vivir la vida de otros porque no les vale con la suya. Su vida es demasiado gris, aburrida o frustrante como para hablar de ella, así que destrozan todo lo que les rodea. No espere palabras de reconocimiento hacia los demás ni que hablen de forma positiva de nadie, porque el que a los demás les vaya bien, les potencia su frustración como personas. No saben competir si no es destruyendo al otro. Arrasan como Atila. Con estas personas sufrirá el contagio del virus desesperanza, vergüenza, incluso culpa si participa en la crítica. Y la culpa luego arrastra al virus del remordimiento.

Víricos con mala idea. Manténgalos bien lejos. Están resentidos con la vida, ya sea porque no han sido capaces de gestionar la suya o porque la suerte no les ha acompañado. Anticipan que las personas son interesadas y no esperan nada bueno de ellas. Todo lo interpretan de forma negativa, a todo el mundo le ven una mala intención. Viven en un constante ataque de ira, como si el mundo les debiera algo. No soportan que otros tengan éxito, esfuerzo y fuerza de voluntad, porque estas actitudes de superación les ningunean todavía más. Con estas personas sufrirá el contagio del virus indefensión, inseguridad, impotencia y ansiedad.

Víricos psicópatas. Para los que no lo sepan, no hace falta ser asesino en serie para ser un psicópata. El psicópata es aquel que inflige dolor a los demás sin sentir la menor culpabilidad, remordimiento y sin pasarlo mal. De estos hay muchos de guante blanco. Son los que humillan, faltan al respeto a propósito, pegan, amenazan y provocan que se sienta ridículo, menospreciado, y se cargan la autoestima. Ante ellos, salga corriendo, porque el que lo hace una vez, repite. Si le permite que le maltrate, usted terminará pensando que ese es el trato que merece. Con estas personas sufrirá el contagio del virus miedo y odio. Muy difícil de erradicar, perdura durante mucho tiempo en su memoria.

Mecanismos de defensa. Para evitar el contagio de los víricos victimistas, lo primero que hay que hacer es pararles. Decirles que estará para ayudarles a tomar decisiones y solucionar problemas, pero no para ser el pañuelo en el que ahogan sus penas sin implicarse. Estas personas se acostumbran a llamar la atención con sus desgracias, pero son incapaces de responsabilizarse y actuar porque optan por el camino fácil: llorar.

Dígale que estará encantado de ayudarle siempre y cuando se movilice. Y si no lo hace, decida alejarse de alguien que ha tomado la decisión de ser un parásito toda la vida. No lo está abandonando, le está dando aliento para que actúe. Si decide no tomar las riendas de su vida, ser su paño de lágrimas, tampoco será una ayuda. Se gasta la misma energía quejándose que buscando soluciones. La primera opción consume y resta, y la segunda suma.

“La tristeza del alma puede matarte mucho más rápido que una bacteria” (John. E. Steinbeck)

Ante el virus de pedir, el antivirus de decir no. Si usted no hace prevalecer sus necesidades y prioridades, ellos tampoco lo harán. Una cosa es ser solidario y otra muy distinta estar a disposición de todos y no estar nunca para uno mismo.

No permita que la persona vírica criticona haga juicios de otras personas que no estén presentes. Si lo hace con otros, también lo hará cuando usted no esté presente. No entre en su juego ni se identifique con esa conducta. Dígale que no le gusta hablar de personas que no están presentes. Y si se trata de rumores, dígale que no tiene la certeza de que el rumor sea cierto. Los rumores, la mayoría de las veces, son infundados, falsos o exagerados. Se propagan como el viento, y a pesar de que luego se compruebe que son falsos, el daño ya está hecho. Actúe como le gustaría que lo hicieran, con respeto, discreción y veracidad. Es más importante ser ético que evitar un conflicto con un criticón.

Y por último, no permita que nadie le falte al respeto y mucho menos le maltrate ni psicológica ni físicamente. Como personas, todos merecemos un trato digno. Hágase valer. Pida ayuda, póngase en su sitio, no consienta una segunda oportunidad a quien le ha hecho daño. El que le daña no le quiere; olvídese de justificarle por su pasado, su carácter, su educación, el alcohol o sus problemas. Nada, absolutamente nada, autoriza la falta de respeto y el maltrato físico y psicológico. Y esto es válido en el ámbito familiar, laboral y entre los amigos.

Rodéese de personas de bien, que le quieran y que se lo demuestren, que le hagan feliz, con las que salga con las pilas recargadas. Tenemos la obligación de ser felices y disfrutar. Hay mucha gente dispuesta a ello. No las deje escapar. Las personas estamos para ayudarnos, somos un equipo.

Norali Caggiano