El miedo humano a la muerte
Por David Topí, 22-08-2013
Si
habéis leído los artículos de los últimos meses ya habéis visto que
llevo algún tiempo trabajando con terapia regresiva, tanto en mi como en
otros amigos, para investigar, comprender y experimentar de primera
mano todo lo que sucede, o nos sucede a cada uno, en el llamado periodo
entre vidas, cuando no estamos embutidos en el cuerpo físico, cuando
somos solo ese “ser” que entra y sale de un mundo energético, etérico,
para ir a mundo denso, físico.
Personalmente
las regresiones que he vivido me han abierto los ojos y me han dado una
información que no tiene precio para mi, y para lo que me interesa
conocer de este proceso que es el juego de la vida, y desde luego, como
terapeuta, lo que he sacado investigando con amigos y compañeros ha sido
mucho más, pero mucho más, sorprendente e interesante y me ha abierto
las puertas a realidades mucho más grandes de lo que había soñado nunca y
han puesto en marcha acontecimientos para los que ya no hay vuelta
atrás.
De
todo esto, y para los que queráis tener una idea de cómo funciona todo
este mundo de la terapia regresiva os recomiendo los libros de Michael
Newton y Brian Weiss, son básicos para empezar, no explican cómo hacer
terapia, explican los resultados que ellos se han encontrado, y como yo
estoy llegando en resultados igual de interesantes y paralelos, en
algunos casos, creo que son una buena base para empezar a moverse por
este mundo.
El tema que hoy tenía intención de explicar tiene que ver con lo que un “guía” me dijo una vez: “el mayor temor de los humanos es el temor a la muerte” (vamos a hablar de guías como nombre genérico para
todo tipo de seres con los que interactuamos cuando estamos en el
periodo entre vidas, normalmente en el llamado alto astral o en el plano
mental, aunque en algunos casos, ¡mucho más lejos!).
Y parece
ser cierto, desde el lado de los que estamos vivos, porque os aseguro
que desde el lado de los que “se van” es totalmente lo contrario.
Una gran liberación y un gran trauma
Cada
vez que he revivido una de mis muertes en alguna de mis vidas pasadas,
ha sido una liberación. No puedo explicarlo mejor. Cada vez que salía de
mi cuerpo, y si es correcta mi información, lo he hecho más de 1000
veces, lo veía ahí abajo, tumbado, donde fuera que estuviera cuando
acababa de fallecer, me sentía libre, por fin todo había acabado, por
fin volvía “a casa”. En uno de los libros de Michael Newton, otra
persona dijo que salir de una vida es lo mismo que salir de una piscina
donde has estado buceando durante muchos años, bajo el agua, y de
repente salir a la superficie y respirar aire fresco. Pues eso.
Todas
las personas que he sometido a regresiones, tras la salida del cuerpo
se sentían bien, contentos, liberados. Luego hay otras emociones
diferentes, pero son por otras causas. Yo he sentido cabreo,
frustración, desespero y cansancio, pero, personalmente, ha sido por el
hecho de haber entrado y salido de una vida sin haber cumplido la misión
que me había propuesto cumplir, cosa de lo que te das cuenta
inmediatamente tras abandonar el cuerpo físico, porque recuperas la
memoria de quien eres en realidad. Lo mismo me ha pasado con algunos
amigos que al salir se han sentido cansados y apesadumbrados, por los
mismos motivos, pero no por haber dejado atrás la existencia física, que
es siempre un motivo de “alegría” para el que se va.
Lo difícil es bajar de nuevo
Sin
embargo, es curioso, que, para muchas almas (vamos a usar este termino
de forma genérica como el ser que somos, aunque ya vimos en artículos
anteriores lo que el alma es realmente en referencia al espíritu) es la
entrada en una nueva vida lo que cuesta más. Primero, no todo el mundo
quiere bajar de nuevo, a muchas almas les cuesta enormemente tener que
volver a la Tierra, no hablo ya de errantes o almas que vienen a ayudar y
bueno, se resignan a entrar una y otra vez para cumplir sus promesas de
ayuda, sino de cualquiera de nosotros que simplemente entra y sale de
una vida para recoger experiencias, crecer y evolucionar.
La entrada,
en todos los casos, es lo más traumático del proceso. Salir del mundo
etérico del alto astral y tener que bajar otra vez al mundo de la
materia. No es fácil. Se hace con ilusión porque es otra aventura más,
pero no siempre es algo que sea fácil, pues la entrada en un cuerpo
físico exige ciertos sacrificios a ese ser, entre otros, reducir la
vibración, encajar en un cuerpo pequeño, perder la memoria de quien
eres, y tener que empezar de cero. No es de extrañar que la salida del
“juego” de la vida sea siempre un “buf, por fin se terminó esta partida”.
La
muerte no es el final de nada, es una transición entre dos estados. Una
entrada y salida. Como dijo otro ser que estaba con la persona en el
periodo entre vidas, “si no perdemos el miedo a morir, no terminaremos por aprender nunca a vivir”. Y
es que cada uno de nosotros elegimos el momento de entrar y el momento
de salir, nada ni nadie nos puede hacer cambiar esos dos puntos excepto
nosotros mismos, por lo que todos nos vamos cuando lo consideramos
oportuno, y cada cual tiene sus razones para abandonar una encarnación
cuando lo hace, sin que eso signifique una modificación de los
parámetros acordados con aquellos que tiene alrededor y con los que ha
encarnado. Si se nos va gente antes de tiempo, desde nuestro punto de
vista, es porque así lo habían decidido, si nos vamos nosotros antes que
otros, es porque así lo hemos pactado. En este tipo de situaciones
siempre hay pactos y acuerdos pre-karmicos.
Una
amiga mía en una regresión donde estuvimos revisando su antepenúltima
encarnación vino para vivir solo 15 años, darle un mensaje a sus padres,
hacerlos despertar a un cierto tipo de visión del mundo y largarse de
nuevo mediante un accidente provocado por ella misma a nivel de alma,
pues la misión se había cumplido. Todos los casos son iguales y no hay
fallos en el sistema. Los que se quieren ir antes de tiempo tienen que
buscarse la vida para que los acuerdos y lecciones que habían prometido
llevar a cabo se hagan de alguna otra forma, si es que ya no desea
cumplir su parte del trato a nivel físico, pues el libre albedrio sigue
existiendo, sin embargo, eso no le exime de la responsabilidad de
cumplir esos acuerdos de alguna otra forma, de ahí que queden cosas
pendientes entre personas de una vida a otra, o de ahí que se
reconfiguren las vidas de aquellos que han sido “dejados atrás” para
permitirles seguir creciendo y avanzando por otro lado. Todo este
proceso es siempre dinámico, nunca es estático, y siempre está en
constante re-parametrización y reconfiguración.
Fallecimientos masivos y desastres naturales
Por
otro lado, muchas veces, cuando mueren miles de personas en desastres
naturales, en eventos de enorme magnitud que nos afectan a todos a nivel
del inconsciente colectivo, nos parece una desgracia que esto pueda
suceder. Sin embargo, todas esas almas han acordado irse en ese preciso
momento, y por eso esa persona se encontraba “ahí”, en ese lugar, en ese
instante. Quizás las razones individuales de cada individuo sean
diferentes, quizás no, quizás hay algún tipo de acuerdo, karma, lección o
experiencia común necesaria. Pero, en todo caso, todos, a nivel de
alma, sabían donde tenían que estar y cuando tenían que estar. A los que
no les tocaba, su ser ya se encargó de sacarlos de la zona.
En
estos momentos en los que nos encontramos en el planeta, el tema de los
desastres naturales es algo in crescendo. Ya sabéis que los terremotos,
huracanes, volcanes, socavones, tormentas fuera de control, etc., etc.,
llevan algún tiempo al alza y seguirán así. Sabemos que se debe al
influjo de energías de alta vibración, que llamamos de cuarta densidad,
chocando con energías de baja vibración, con clústeres de energías 3D
negativas que tienen que desaparecer y transmutarse para que las otras
puedan integrarse, y de ahí que la naturaleza esté haciendo un trabajo
de equilibrio constante. Sobre este tema, otro guía nos dio una
explicación muy clara en otra sesión.
La
conversación había derivado al trabajo que están haciendo muchos seres
de los planos no físicos para equilibrar los campos energéticos de la
Tierra:
David: pero siguen habiendo muchos terremotos, huracanes, socavones, etc..
Guía: es necesario David
David: es para transmutar energía, supongo…
Guía:
correcto. Cuando vosotros empleáis vuestro lenguaje, desastres
naturales, no tendríais que llamarlos así, son equilibradores naturales.
Hay gente en vuestro planeta, que, con su buena intención están
trabajando en contra de estos equilibradores naturales, porque están
pidiendo que no sucedan, que no se muevan. Y tienen que moverse, lo que
pasa es que las personas, muchísimas personas que viven en vuestro
planeta, no comprenden todavía la muerte física, ni siquiera la vida. Y
lo ven como un drama, cuando no es ningún drama, es vida, en realidad
todo es vida. Incluso la muerte es vida. No tendría sentido si no, y no
el sentido que vosotros le dais. Es vida, más vida y más vida.
David: es una transición entre dos experiencias físicas, nada mas…
Guía: correcto David
Ya
podéis ver el punto de vista de todos estos seres que nos asisten y que
asisten al planeta, la muerte no representa nada más que quitarse una
chaqueta, pasar un tiempo de descanso y volver a ponerse otra.
El
problema es que este miedo a morir viene de la psique y del cuerpo
orgánico que usamos, no proviene del ser que somos. El miedo a fallecer
es parte del traje, no de la esencia, pero lamentablemente a veces el
traje dirige la experiencia, y dejamos de estar en resonancia con la
verdadera razón de nuestra encarnación: una visita temporal para poder
recoger experiencias físicas, porque este no es nuestro hogar, nuestro
hogar es el que está “allá arriba”, pues de allá venimos y allá volvemos
entre “escapadas” al mundo físico, lamentablemente sin recordar cuando
estamos en el mundo físico que esto solo es un momento de paso, y que
estés en el plano que estés y en el estado que estés, todo es vida, vida
y más vida.