«Las pequeñas cosas importan mucho», especialmente
cuando concentramos nuestra atención en ellas,
nos obsesionamos y las rumiamos, sin ser capaces de
dejarlas estar. A veces, en nuestra enfermedad, continuamos
dando vueltas a pensamientos perturbadores
en nuestra mente, creyendo que seguramente descubriremos
alguna solución si pensamos suficientemente
y comprobamos todos los puntos de la cuestión.
Cuando tenemos esta actitud, es seguro que hemos
empezado el proceso adictivo y de que pensaremos
hasta morir. Yo he descubierto que siempre que estoy
en medio de mi proceso de adicción he perdido perspectiva.
De repente me he convertido en el centro del
universo y mis problemas son los únicos del mundo.
Siempre me ayuda ir hacia atrás y darme cuenta de
que, sea cual sea el problema que tenga, probablemente
no tiene proporciones universales. Esta toma de perspectiva
me ayuda a ver que soy impotente sobre mi
pensamiento de locura, y de que éste está haciendo que
mi vida esté enajenada. En este punto puedo volver a
tomar contacto con mi conocimiento de que un poder
más grande que yo puede restablecer mi cordura, y
puedo plantear el problema a este poder superior.
Una de las cosas que perdemos en el proceso de la
enfermedad de la adicción es la perspectiva.
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