Un ejército pacífico y unido que crea
en el valor de las pequeñas cosas.
Gente que construya la historia
y no se deje arrastrar por los acontecimientos.
Más corazones desarmados,
en un mundo lleno de guerras.
Almas magnánimas en una sociedad interesada.
Espíritus fuertes para un siglo de mediocridades.
Más trabajadores y menos personas que critiquen.
Más ciudadanos que digan:
"voy a tratar de hacer algo y menos
que contesten, "es imposible".
Un número mayor de audaces
que se lancen al fondo del problema
para resolverlo y un número menor
de fatalistas acomodados en la omisión.
Más amigos que se arremanguen con nosotros
y menos demoledores que apunten solo defectos.
Más gente que almacene esperanza
y menos frustrados que acarreen
toneladas de desánimos.
Más personalidades que perseveren y
menos colegas que comienzan y nunca acaban.
Más rostros sonrientes y menos frentes nubladas.
Más compañeros bien asentados
en la realidad y menos soñadores
pendientes de las ilusiones pasajeras.
Necesitamos con urgencia, sin falta:
un mundo de manos bienhechoras
encendiendo una luz para iluminar