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El Corazón
Annie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia:
Tras estudiar Matemáticas y la carrera de piano y
órgano, Annie Marquier fue profesora en La Sorbona. Luego se instaló en
India y participó en la creación de la comunidad de Auroville con Sri
Aurobindo y Krishnamurti. Y poco después fundó en Quebec el Instituto
para el Desarrollo de la Persona. Es autora de “El poder de elegir”, “La
libertad de ser” y “El maestro del corazón (Luciérnaga)”. Lleva muchos
años investigando la intersección entre la ciencia y la conciencia y sus
planteamientos son siempre rigurosos y están documentados. Tiempo atrás
expuso en las jornadas sobre La Evolución de la Conciencia (CosmoCaixa)
los descubrimientos sobre el cerebro del corazón y sus implicaciones. (Victor-M Amela, ImaSanchís, Lluís Amiguet)
Que el corazón tiene cerebro es una metáfora, ¿no? No.
Se ha descubierto que el corazón contiene un sistema nervioso
independiente y bien desarrollado con más de 40.000 neuronas y una
compleja y tupida red de neurotransmisores, proteínas y células de
apoyo.
¿Es inteligente? Gracias a esos
circuitos tan elaborados, parece que el corazón puede tomar decisiones y
pasar a la acción independientemente del cerebro; y que puede aprender,
recordar e incluso percibir. Existen cuatro tipos de conexiones que
parten del corazón y van hacia el cerebro de la cabeza.
Primera… La
comunicación neurológica mediante la transmisión de impulsos nerviosos.
El corazón envía más información al cerebro de la que recibe, es el
único órgano del cuerpo con esa propiedad, y puede inhibir o activar
determinadas partes del cerebro según las circunstancias.
¿Significa eso que el corazón puede influir en nuestra manera de pensar? Puede influir en nuestra percepción de la realidad, y por tanto, en nuestras reacciones.
Segunda conexión… La
información bioquímica mediante hormonas y neurotransmisores. Es el
corazón el que produce la hormona ANF, la que asegura el equilibrio
general del cuerpo: la homeostasis. Uno de sus efectos es inhibir la
producción de la hormona del estrés y producir y liberar oxitocina, la
que se conoce como hormona del amor.
Tercera… La
comunicación biofísica mediante ondas de presión. Parece ser que a
través del ritmo cardiaco y sus variaciones el corazón envía mensajes al
cerebro y al resto del cuerpo.
Cuarta… La
comunicación energética: el campo electromagnético del corazón es el más
potente de todos los órganos del cuerpo, 5.000 veces más intenso que el
del cerebro. Y se ha observado que cambia en función del estado
emocional. Cuando tenemos miedo, frustración o estrés se vuelve caótico.
¿Y se ordena con las emociones positivas? Sí.
Y sabemos que el campo magnético del corazón se extiende alrededor del
cuerpo entre dos y cuatro metros, es decir, que todos los que nos rodean
reciben la información energética contenida en nuestro corazón.
¿A qué conclusiones nos llevan estos descubrimientos? El
circuito del cerebro del corazón es el primero en tratar la información
que después pasa por el cerebro de la cabeza. ¿No será este nuevo
circuito un paso más en la evolución humana?
¿…? Hay
dos clases de variación de la frecuencia cardiaca: una es armoniosa, de
ondas amplias y regulares, y toma esa forma cuando la persona tiene
emociones y pensamientos positivos, elevados y generosos. La otra es
desordenada, con ondas incoherentes.
¿Aparece con las emociones negativas? Sí,
con el miedo, la ira o la desconfianza. Pero hay más: las ondas
cerebrales se sincronizan con estas variaciones del ritmo cardiaco; es
decir, que el corazón arrastra a la cabeza. La conclusión es que el amor
del corazón no es una emoción, es un estado de conciencia inteligente.
Ya
ve, el cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza centros
superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la
realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no
pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, instantáneo,
y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad.
Parece ciencia ficción. Está
demostrado que cuando el ser humano utiliza el cerebro del corazón crea
un estado de coherencia biológico, todo se armoniza y funciona
correctamente, es una inteligencia superior que se activa a través de
las emociones positivas.
Pues parece que nadie lo utiliza… Es un potencial no activado, pero empieza a estar accesible para un gran número de personas.
¿Y cómo puedo activar ese circuito? Cultivando
las cualidades del corazón: la apertura hacia el prójimo, el escuchar,
la paciencia, la cooperación, la aceptación de las diferencias, el
coraje…
¿Santos las 24 horas? Es la
práctica de pensamientos y emociones positivas. En esencia, liberarse
del espíritu de separación y de los tres mecanismos primarios: el miedo,
el deseo y el ansia de dominio, mecanismos que están anclados
profundamente en el ser humano porque nos han servido para sobrevivir
millones de años.
¿Y cómo nos libramos de ellos? Tomando
la posición de testigos, observando nuestros pensamientos y emociones
sin juzgarlos, y escogiendo las emociones que nos pueden hacer sentir
bien. Debemos aprender a confiar en la intuición y reconocer que el
verdadero origen de nuestras reacciones emocionales no está en lo que
ocurre en el exterior, sino en nuestro interior.
Ya. Cultive
el silencio, contáctese con la naturaleza, viva periodos de soledad,
medite, contemple, cuide su entorno vibratorio, trabaje en grupo, viva
con sencillez. Y pregunte a su corazón cuando no sepa qué hacer.
A
mi modo de verlo es una confirmación más de la teoría de la Medicina
China. La cual dice que el Corazón es el centro del Shen (término chino
que engloba emociones, conciencia, espíritu y psique).
El término
“Shen”, traducido con frecuencia hoy en día como ”espíritu”,incluye
algunos de los conceptos más complejos de la medicina tradicional china.
En el Neijing, Shen se menciona cerca de 240 veces. Tradicionalmente,
el término se refiere al mecanismo de cambio, el misterio de la
transformación súbita y profunda, y la expresión en el rostro de una
persona, especialmente de los ojos. Cuando se aplica al cuerpo humano,
el término describe una parte importante de lo que se llamaría la
vitalidad física, la actividad mental y el espíritu.
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