Unas de las veces de las que tuvimos una hora libre, coincidió con el final de la tarde y también de la semana, el deseado y ansioso, viernes. Los afortunados que vivíamos en la misma ciudad del cuartel, podíamos salir del mismo, mediante un pase de fin de semana, el resto, podían salir, pero con el inconveniente de tener que dormir en él. Como estaba diciendo, en esa hora de descanso antes de formar para salir de fin de semana, me disponía a entrar en el batallón para subir a la habitación, cuando me encontré sentado en una de las jardineras que formaban un pasillo en la entrada hacia la puerta principal del edificio, a uno de los que le agredían habitualmente, solo por ser un poco amanerado y no tener una voz demasiado grave. Estaba cabizbajo y parecía muy nervioso, en ese momento, decidí pararme y ofrecerle mi ayuda. Cuando me paré frente a él, seguía con la cabeza bajada y empezó a mover las piernas sin parar, supuse entonces que él pensaba que yo era uno de los agresores, lo llamé por su nombre y levantó su mirada iluminándose la cara de felicidad.
Me quedé a su lado hasta la hora de la formación, en el transcurso de ese tiempo, nos contamos cosas y nos hicimos bastante camaradas (amigos), me contó que el Sargento lo había arrestado sin salir del cuartel ese fin de semana, por no llegar a tiempo a formar esa mañana, confesándome que sentía mucho miedo el tener que llegar a la formación antes de que llegase algún oficial, para evitar que se metiesen con él o lo agrediesen los de siempre. Le dije que ya no tenía que preocuparse por eso, puesto que yo iba a estar siempre a su lado. Me sonrió complacientemente. Nunca olvidaré su cara de felicidad.
Esa misma tarde, me dijo que estaba muy preocupado por el fin de semana, yo le intenté animar diciéndole que dos días pasaban rápido y que la biblioteca del cuartel quedaba abierta los fines de semana y él podía aprovechar para leer algún libro, acto seguido, me contestó que no era eso lo que le preocupaba, era el hecho de que el sábado cumplía años su novia y no podría estar con ella, ni siquiera podría llevarles flores.
En ese momento me surgió una idea, idea que él aprobó rápidamente agradeciéndomelo hasta el infinito. Mi idea no era otra que la de hacer de mensajero, llevándole un ramo rosas a su novia puntualmente el sábado por la mañana y haciéndole saber a ella lo ocurrido, que todo iba bien y que su novio la volvería a ver el próximo fin de semana.
Esa tarde justo antes de formar, me coloqué junto a él, evitando de esa forma que volvieran los de siempre a meterse con él. Cuando terminamos de formar me lo agradeció y me escribió en un trozo de servilleta las indicaciones de la dirección a la que tenía que llevar las flores. Nos despedimos hasta el lunes.
El sábado por la mañana, desperté y pensé que no podía fallar a mi buen querido amigo, rápidamente me puse en marcha, compré las rosas y fui a buscar a su novia. Al llamar a su puerta, puse el ramo de flores por delante por si miraba por la mirilla de la puerta y pensara que era un vendedor de algo.
La chica era amable y muy bien parecida, rubia con el cabello largo y rizado, me dio dos besos agradeciéndome lo que había hecho por ellos dos, yo reaccioné dándole otros dos y felicitándola por su cumpleaños. Al despedirnos, noté como la mirada de esa chica irradiaba una emoción de felicidad y agradecimiento. Al salir fuera, en la calle, me sentí muy bien conmigo mismo, sentí algo parecido a cuando ayudé a su novio para que no lo volviesen a agredir, fue como si cargara el corazón de energía y el cuerpo fuese más ligero de lo normal, una sensación extraña pero muy agradable.
El lunes cuando llegué al cuartel y llegó la hora del almuerzo, me reuní con mi amigo, tuvimos una charla bastante amigable, en la que me agradeció nuevamente lo que estaba haciendo por él y el gran favor que le hice llevándole las flores a su novia. Yo le dije que no tenía importancia y que a mí también me habría gustado que me lo hiciesen. Decía que se sentía en deuda conmigo y me sugirió invitarme a unas cervezas para el próximo sábado, en un lugar llamado “La Goleta”, que según él, me iba a gustar y que de paso, me presentaría oficialmente a su novia, invitación que acepté de muy buen grado.
En esa semana nos cuidamos los dos muy mucho, de que no nos arrestasen, ya que corríamos el peligro de no podernos beber juntos esas cervezas en aquel lugar. No sé en otros cuarteles, pero en aquel, arrestaban por cualquier cosa; simplemente el hecho de llegar 10 segundos tardes a formar, te dejaban si fin de semana, también el llevar la huella de un pisotón en una bota, hecho que al principio nos pasaba a todos pero con la experiencia y los “duros castigos” se solucionaba en el acto frotándote los pies en los gemelos de las piernas. Todos los días a las 7:00 AM de la mañana corríamos 1 hora, la cual si te parabas en el recorrido, también te arrestaban. En fin, decenas de pruebas peligrosas que teníamos que superar en la semana para poder conseguir nuestro ansiado y valorado regalo, regalo que no era otro que salir por aquellos portones enormes el fin de semana.
Pasó por fin la dura semana, no sin miedo por parte de los dos, seguramente él lo pasó peor que yo, por haber estado ya arrestado el fin de semana anterior, pero llegamos gracias a dios y pudimos salir los dos. Al salir por esas puertas enormes, nos paramos frente a ellas y nos recreamos un buen rato, llenando los pulmones de aire y soltándolo de golpe por la boca. ¡Nos sentíamos libres!
En aquel rato de relax que estuvimos fuera, quedamos para la cita del sábado…
Mi Encuentro con la Luz y el Amor (2ª Parte)
Fecha Artículo: 11.2.10 Publicado por: Jorge Ramos
Continuación
de la (1ª Parte)…
En aquel rato de relax que estuvimos
fuera, quedamos para la cita del sábado, a la 10:00h de la noche y en aquel
lugar llamado “La Goleta”.
Llegó la tarde del sábado y mi
corazón presentía que algo bueno me iba a suceder esa noche, pero nunca imaginé
que fuera una de las noches más importantes de mi vida, ya que el destino, o
los seres de Luz, iban a hacer que dos personas se encontrasen en el camino del
Amor, para caminar juntas por él toda la vida.
Algo me decía que tenía que vestirme
bien y que no sólo iban a ser unas cervezas con un amigo, que algo más tendría
lugar esa noche. Me aseé y me puse mi chaqueta de cuero negro, ya que era pleno
diciembre, curiosamente, justo una semana antes de navidad. Era una noche fría
y muy húmeda, sin aire apenas, había una llovizna muy fina a intervalos, pero
no molestaba demasiado.
Pedí como casi siempre a mi padre el
coche prestado, lo recuerdo perfectamente, era un SEAT 131
Supermirafiori, azul claro metalizado. Arranqué y me dirigí a encontrarme
con mi amigo y su novia. Lo aparqué en una zona próxima a la que me indicó mi
amigo donde se encontraba el “pub”. Desde allí fui andando
hasta encontrar el sitio, solo estaba a unos 5 minutos del coche. En ese
momento apretó la lluvia y vi que no llevaba el paraguas encima, lo había
olvidado en casa, eché a correr como pude y encontré un sitio donde cobijarme bajo
un balcón de una vivienda, momento en el que aproveché para volver a mirar las
indicaciones que tenía escritas en un papel. Rápidamente me di cuenta que ya
estaba muy cerca, levante un poco la mirada y observé que casi lo tenía en
frente.
Era un sitio muy bonito,
de dos plantas, desde fuera parecía muy tranquilo, en su puerta tenia puesto su
nombre “La Goleta” y
encima de él una maqueta de un barco precioso. De la puerta y sus ventanas
salía una luz resplandeciente, parecía como si quisiera decirme algo. En ese
instante amainó la lluvia y aproveché para salir de debajo del balcón y
terminar de llegar al “pub”, no sin antes peinarme como pude
el pelo mojado.
Por fin dentro, me dirigí a la
barra, que en ese instante se encontraba vacía, me senté y pedí una cerveza
mientras esperaba a mi amigo y su novia. La barra del bar tenía forma de L, yo
me encontraba sentado en la parte pequeña de la L, justo al
lado de su vértice. La parte larga de la barra era la que estaba paralela a la
puerta de entrada. Pasaron 10 minutos de las 10h, hora a la que habíamos
quedado, pero no aparecían, estaba haciendo tiempo con aquella cerveza, pensé
que al estar lloviendo se les habrían complicado la cosa, seguí haciendo
tiempo, pero seguían sin aparecer por allí. Ya pasaron 45 minutos y yo me había
tomado dos cervezas, en ese tiempo hubo bastante movimiento de personas
entrando y saliendo pero no los que yo estaba esperando. A la hora de esperar,
comprendí que les habría pasado algo, motivo por el cuál no llegaron.
Decidí entonces irme a mi casa, me
acordé que la noche no empezó bien mojándome con la lluvia. Llamé a la camarera
de la barra y le pedí que me cobrase las dos cervezas, le dí un billete
grande, (no recuerdo de que cantidad), pero sin llegármelo a
coger, me comentó que no tenía cambio para ese billete. La chica hizo todo lo
posible por buscar cambio entre sus compañeras y algunos clientes de su
confianza pero no lo consiguió. Entonces se me ocurrió de ir a buscarlo yo,
fuera del “pub” le comenté que confiara en mí y que vendría en
unos minutos a pagarle. Ella no puso objeción y aceptó mi propuesta.
Salí rápidamente del “pub” a
buscar cambio por los alrededores, al menos ya no llovía y me pude desplazar
tranquilamente. Al fin pude encontrar cambio, no sin antes haber tenido que consumir
algo, ya que en los demás sitios en los que estuve, nadie se atrevía a
cambiarme el billete. Con todo esto habían pasado 30 minutos, cuando llegué de
nuevo al “pub” para pagar las dos cervezas que consumí. Me disculpé a la chica
de la barra por la tardanza, ella me comentó que no tenía importancia y me
agradeció que fuera tan leal. Se me acercó y me puso a otra cerveza, me dijo
que era invitación de la casa, yo me quedé perplejo y le di las gracias.
Eran ya las 11:30 de la noche,
cuando todavía me encontraba sentado en el mismo sitio que cuando llegué,
tomándome otra cerveza. En ese momento el “pub” se llenó de
gente. Cuando oí si querer una conversación justo a mi izquierda en, el lado
largo de la barra, pero pegado al vértice de la misma, opuesto al lado de donde
yo estaba sentado, situación en la que podíamos vernos las caras perfectamente.
En ese momento,
comprobé que eran dos chicas las que estaban charlando muy airosamente, como si
estuviesen enfadadas con alguien, alcé la vista y coincidió que en ese momento
la chica más alejada de mí (poco más de un metro), me mirase a
los ojos. Fue un instante increíble, como si todo el bar fuese a cámara lenta
menos nosotros, fue un cruce de miradas que llenó nuestros corazones de Luz,
algo que jamás me había pasado.
Desde entonces no podíamos parar de
mirarnos, era como si estuviésemos partido en dos o los dos fuésemos UNO. Tenía
los ojos azules claros y muy grandes, el pelo le llegaba a los hombros y su
color castaño claro. Ella continuaba charlando con su amiga, cuando me di
cuenta que justo a mi derecha, se encontraba un chico, ellas empezaron a
discutir con él, acerca de que las mujeres conducían mejor que los hombres. Al
parecer, lo que deduje, fue que los tres vinieron juntos, pero al estar la barra
tan repleta de gente, no tuvieron más remedio que ponerse separados, es decir
yo me encontraba justo en medio de él y sus compañeras.
Él al discutir sobre el tema en
discordia, me miraba haciéndome participe de la conversación y al mismo tiempo
queriendo hacerme su defensor de la discusión, creyendo que yo las conocía o
también era amigo de ellas. En ese momento se creó una especie de enredo, al
creer ellas que yo también conocía a su amigo. En fin, que me vi envuelto en
una conversación sin yo quererlo, pero que me sirvió muy mucho para minutos
después.
Tanto ella como yo seguíamos
cruzándonos las miradas eléctricas, pero ya con sonrisas incluidas. Creo que
tanto deseamos los dos podernos quedar solos en la barra, que sucedió. Los
demás se levantaron y se fueron con otros amigos. Yo aproveché y me acerqué a
ella y por fin empezamos hablar los dos solos.
Fue un flechazo en toda
regla, algo que no se puede describir con palabras, pero en ese momento ambos
supimos que íbamos a estar juntos el resto de nuestras vidas.
A partir de esa noche, no queríamos
separarnos jamás, hasta la fecha de hoy.
Habían pasado unos meses y ya era
primavera, una estación increíble para dos enamorados que amaban la naturaleza.
Un día decidimos pasear juntos por un parque, (El Parque Amate), que
se encontraba cerca de donde ella vivía, después de un largo paseo, se nos hizo
de noche y decidimos descansar tumbados en una laderita de césped y apartados
del camino y de cualquier persona que pudiera estar paseando por él. Parece
como si algo nos dijera que nos teníamos que poner allí, algo nos atrajo a ese
lugar, sin saber el motivo, seguramente porque también queríamos estar un rato
relajados.
Siempre íbamos cogidos de la mano
incluso cuando nos tumbamos en aquel césped refrescado por la noche. Estuvimos
un rato grande sin hablar y allí tumbados mirando al cielo estrellado, quizás 8
o 10 minutos. Estábamos tan relajados y tan llenos amor, que nuestros cuerpos
se verían iluminados desde las estrellas, casi sin querer estábamos los dos meditando
agarrados de la mano.
Cuando vimos algo que hoy en día
todavía nos resulta difícil de creer. Se nos puso una esfera blanca justo
encima, un poco a la izquierda de donde nos encontrábamos, empecé a pestañear
creyendo que era fruto de un reflejo, rápidamente me di cuenta de que no lo
era, la esfera se desplazó desde la izquierda a justo encima de nosotros, allí
se quedó como 4 o 5 segundos y luego con un ángulo de 90º se perdió en el
horizonte, como si de un resorte o una goma elástica se tratara, que se fue
convirtiendo cada vez más pequeña. Nos levantamos rápidamente los dos para
intentar verlo alejarse, fue algo increíble y al mismo tiempo precioso. La
esfera se perdió al instante, seguramente no llegara a 2 segundos
No emitía ningún ruido, la proyección
de su luz no molestaba en absoluto, yo diría que al contrario, me transmitía
amor y felicidad. El tamaño de la esfera era como aproximadamente una luna
llena pero con la luz mas clara y blanca.
Aquello que nos sucedió duró pocos
segundos pero a nosotros nos dio la impresión de que fuera más tiempo, no se
explicarlo. En ningún momento sentimos miedo ni nerviosismo ni nada parecido,
justo al contrario, mucha tranquilidad, paz y amor.
Debo decir que mi mujer es muy
incrédula sobre estos temas, aún habiéndolo experimentado en persona. Cree que
son frutos de experimentos de los gobiernos. Yo le digo que no dudo de que los
gobiernos realicen sus experimentos, pero que lo que habíamos visto los dos, jamás
podía estar hecho aquí en este planeta.
Quisiera dedicar esta entrada a mi
mujer, por su incondicional apoyo en todo lo que hago y sus muestras de amor en
estos 15 años que llevamos juntos, así como también por los dos maravillosos
hijos que me ha dado.
Gracias por todo amor.
Bueno ahora
ya sabéis un trocito de mi vida. Espero que os haya gustado. Me gustaría
compartirlo con vosotros y que comentarais las experiencias con avistamientos
que hayáis podido tener, que estoy convencido de que muchos de vosotros también
habéis tenido…
Jorge1270