El destructor del futuro ya navega

El futuro de la Armada de los Estados Unidos ya navega. El USS Zumwalt (DDG 1000), el destructor más grande jamás construido, está realizando esta semana los primeros test en el agua. Eso sí, en las maniobras que lleva a cabo en el océano Atlántico la embarcación no está equipada todavía con el armamento futurista que está desarrollando el Pentágono: cañones electromagnéticos, proyectiles lanzados a velocidad inicial hipersónica, misiles con un alcance de 100 kilómetros y una precisión de cirujano, láser... Según las previsiones, la bala de plata supersigilosa estará lista para entrar en combate a lo largo del próximo año.

Por ahora, este barco de guerra de ciencia ficción sólo enseña sus angulosas formas, silueta con la que el USS Zumwalt pretende ser invisible. A pesar de sus dimensiones, 183 metros de eslora, una manga de 24 y un desplazamiento de 14.500 toneladas, será detectado como un barco de pesca ante los radares. La cúpula de fibra carbono que oculta todas las antenas y sistemas de navegación explica este camuflaje.

Sus creadores aseguran que podrá navegar a 30 nudos de velocidad gracias a sus propulsores, entre los que destacan cuatro generadores de turbina de gas y, por primera vez entre la flota de la Navy, motores eléctricos, cuya energía que generan también será necesaria a la hora de utilizar parte del armamento. En total, la central eléctrica que hay a bordo produce suficiente energía como para abastecer una ciudad pequeña.

Foto: Dennis Griggs / AFP

El destructor del siglo XXI también brilla por sus altos niveles de automatización. Dicen que posee sistemas capaces de apagar incendios a bordo o de reparar inundaciones sin intervención humana. Así, la tripulación estará formada por unos 140 efectivos, número inferior al de otras embarcaciones de eslora similar. Además de la cubierta de combate, el destructor tiene un hangar con capacidad para dos helicópteros y varios aparatos no tripulados.

El USS Zumwalt (DDG 1000), botado en 2013 en los astilleros Bath Iron Works, es la primera de las tres unidades de nueva generación previstas en un programa que cuenta con un presupuesto total de 22.000 millones de dólares. Y eso que el Congreso redujo a la mitad los costes del proyecto en 2001. Cada destructor tiene un precio de unos 4.000 millones de dólares -aunque algunas publicaciones aumentan el precio hasta los 7.000 millones-, por lo que la mayor parte de la partida ha ido a parar a la investigación y desarrollo de armamento.

Las cifras desorbitadas de estos barcos desataron críticas. En la propiaNavy hay quien se lleva las manos a la cabeza, argumentando que ese dinero podría renovar gran parte de la flota de los Estados Unidos y que al enemigo no le resultará especialmente complicado hundir el barco
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