El pequeño pueblo de Sólheimar, de apenas 100 habitantes, se encuentra a una hora de Reikiavik, capital de Islandia. Podría ser una aldea normal, pero es una de las poblaciones más ecológicas y eficientes del mundo. Gracias a la geotermia está desconectada de la red eléctrica, es plenamente sostenible con sus invernaderos, cumpliendo perfectamente con el concepto ecológico desde 1930.
Islandia es conocida mundialmente por ser prácticamente autosuficiente en cuanto al consumo de energía. Es precursor en el uso de la energía geotérmica, basada en el calor que desprende el interior de la tierra. Y en la ‘Tierra de los Volcanes’ no podía faltar. Desde comienzo del siglo XX, el gobierno islandés empezó a dejar de lado el carbón para potenciar las energías eficientes.
Pero en 1930 un joven llamado Sesselja Sigmundsdóttir dio un paso más y empezó alevantar un pueblo completamente autosuficiente, tanto en el consumo de energía como consiguiendo crear sus propios alimentos, desde verduras, hortalizas y plantas medicinales, mediante los huertos. Y, todo esto, recordando que estamos en Islandia, donde en invierno se alcanzan temperaturas extremas bajo cero.
En la actualidad viven unas 100 personas de forma continua y hasta unos 40 voluntarios, que visitan esta ecoaldea para saber lo que es vivir en una comunidad donde todos colaboran en el buen funcionamiento de la vida diaria.
El edificio más significativo de Sólheimar es la escuela Sesseljuhús, en homenaje al fundador del poblado, que fue inaugurado en 2002, en el centenario de su nacimiento. La mayoría de sus edificios respetan las construcciones clásicas, con techos de césped y muros de madera, que protegen del frío y mantiene una temperatura estable en el interior, sin necesidad de tener la calefacción ‘a tope’.
Dispone de un sistema de reciclado propio, y además de la geotermía, utiliza placas fotovoltaicas, un sistema hidroeléctrico y un generador que convierte la diferencia de temperatura en electricidad.