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General: Un pasaje de la vida de Jesús oculto????
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: incorregiblejose  (Mensaje original) Enviado: 16/10/2016 09:00

Los Rollos del Mar Muerto, la Fraternidad de los Esenios, y un pasaje...¿Oculto?..., de la vida de Jesús.

 “Los Rollos del Mar Muerto”, el mayor descubrimiento arqueológico del Siglo XX, parte de ellos, se sabe, fueron descubiertos en el año de 1947 por dos pastorcillos beduinos, que persiguiendo a una cabra, los primeros siete los hallaron dentro de una vasija de barro oculta en una cueva de Qunram, cercana  al Mar Muerto,  los demás Rollos fueron hallados posteriormente en cuevas ocultas de los Montes Horeb, Moab e incluso Sinaí, hallándose un total de 972 Manuscritos que datan de los Años 956 A.C., y 66 D.C., escritos en Hebreo, Arameo, Griego y  Sánscrito, realizados todos por una Sociedad Secreta Judía conocida como los “Esenios”.

                Desde el descubrimiento de ellos, ha surgido una preocupante inquietud entre los poderes mundiales establecidos, principalmente el religioso, acerca de su contenido, pues desestabilizaría todo lo que en siglos ellos han construido y que la mayoría de la humanidad ha aceptado como “verdad oficial”…, sin cuestionar. El Vaticano, conjuntamente con el Servicio Arqueológico Jordano y el Museo Arqueológico de Palestina, estos dos últimos estrechamente ligados a la fundación Rockefeller, se hicieron cargo de ellos, viéndose posteriormente obligados a dar a conocer al mundo parte del contenido de los mismos, pero como siempre, falseando y ocultando la verdad, protegiendo sus intereses.

                Sin embargo, información “no oficial” extraída de los mismos, explican que la palabra Esenio deriva del nombre Essen, quien fue un hijo adoptivo de Moisés,  desposado con Séfora (Débora en la Biblia hebrea), el cual recopiló toda la sabiduría de su padre, un iluminado que describió el Génesis de la Creación del Universo y del hombre mismo, proceso que se realizó, no en seis días como lo narra de manera muy infantil y por lo tanto no creíble..., la Biblia, sino al través de incontables centurias, proceso similar que marca la evolución del ser humano, quien empieza su existencia transitando por todos los reinos, hasta alcanzar la consciencia de existir, para…, a partir de ahí, empezar a transcurrir por toda una serie de reencarnaciones con el fin de adquirir experiencias…, y así ir descubriendo, por esfuerzo propio…, su origen divino.

                Hablan de que Essen fundo una fraternidad secreta derivada de su nombre…, los ESENIOS, depositaria de toda la historia del hombre sobre la Tierra, con la finalidad de preparar la llegada del nuevo Mesías (Jesús o Jhasuá para ellos), durante dos mil años, viviendo durante todo ese tiempo en cuevas, escondidas entre las montañas y montes, en las entrañas mismas de Judea, dominada en ese tiempo por los Romanos.

                Ahora bien, enfocándonos en el tema que en particular nos interesa mencionaremos que hay un pasaje en los Evangelios, del Nuevo Testamento de la Biblia, que habla acerca de cuándo Jesús, siendo niño, se perdió en el Templo de Jerusalén y que conversando con los Doctores de la Ley…, los dejó asombrados, sin embargo, en ninguna Biblia, de las más de trescientas versiones que existen actualmente,  en ninguna viene referencia o descripción alguna acerca de lo que Él les dijo. 

                Sin  embargo, afortunadamente para nosotros, espíritus inquietos, la narración de este mismo pasaje de la sublime vida de Jesús viene descrito en los Rollos Esenios, empezando así…

                “Los Doctores de la Ley, luciendo sus más suntuosos trajes y ricos ornamentos, reunidos en el gran Templo de Jerusalén durante la solemnidad de la Pascua, pronunciaban grandes discursos sobre la grandeza de Jehová, sobre su fuerza y su poder, según ellos puestos de manifiesto en todo lo que había hecho por su pueblo preferido…, Israel, por estar convencidos que ellos habían sido merecedores de la solicitud del Altísimo, dueño y creador de mundos y soles.

                Era costumbre también, ya de años aceptada, que los más brillantes discursos eran escogidos por los propios Doctores de la Ley, pasando a formar parte de su cuerpo de doctrina, integrándose así nuevas leyes, ordenanzas y dogmas, que año con año, venían aumentando el ya voluminoso código religioso del pueblo hebreo.

                El pequeño Jhasua penetro al Templo, acompañado de su tía Lía, justo en el momento en que los Doctores de la Ley, habiendo ya tratado ciertos asuntos civiles, uno de ellos había empezado su discurso con el brillante tema de… “Terribles castigos de Jehová a los infractores de su Ley”.

                Con un derroche de erudición, de citas y de hechos concretos, el orador había dejado aterrado a su auditorio. Sin embargo, había la libertad para que se expresaran los que no estaban de acuerdo con su disertación. Hecho que suscitó la posterior discusión con varios Doctores que secretamente…, eran Esenios.

                Jhasua, asombrado por la decoración del Templo pero también captada su atención por las voces familiares de estos Doctores que eran sus amigos, curioso asomó su cabecita por encima de la balaustrada. Al verlo uno de los Doctores que defendía enconadamente el primer punto de vista, exclamó: ¡A ver si este pequeño niño es inspirado de Jehová y consigue ponernos de acuerdo!

                Jhasua respondió tímidamente ante el descubrimiento que habían hecho de él bajándose de la balaustrada y tratando de ocultarse, pero uno de los Doctores fue por él y tomándole de la mano, cariñosamente lo llevo entre los demás.

                En ese instante, del niño huyó toda timidez, preguntando con admirable serenidad… ¿Para qué me queréis?

                -Puesto que has escuchado el debate y que lo has comprendido, dinos cuáles de nosotros estamos en la verdad. El Altísimo se complace a veces en hablar por la boca de un párvulo.- Estas palabras fueron pronunciadas por el Gran Sacerdote con gran dulzura y casi sonriendo a la vista de tan hermoso niño.

                -Y…, vos, que sois aquí el Jefe Supremo… ¿No podéis ponerles de acuerdo? Preguntó cándidamente el niño.

                El asombro comenzó entre los oyentes ante tal respuesta.

                -Siendo así – continuó Jhasua – Jehová os contestará por mi boca…

                “No me conoce ni me comprende quien habla de mi cólera, mi ira y mis castigos, ya que YO SOY una esencia, una energía, una luz, una vibración, permanente y eterna ¿Acaso puede encolerizarse o enojarse la esencia, la energía, la luz o la vibración? Vosotros fácilmente os enojáis, os encolerizáis, y bajo el impulso de la cólera castigáis y cometéis los mayores atropellos y atrocidades. Mas…, YO no soy un hombre revestido de vuestra grosera materialidad”. Así dice Jehová, el inmortal, el que no tuvo principio ni tendrá fin.

                Y el niño guardó silencio. Los Doctores de la Ley empezaron a mirarse entre sí, estupefactos.

                -No cabe duda que la Sabiduría habla por tu boca, niño – dijo el Gran Sacerdote – Hacedle pues, las preguntas conducentes a la aclaración de las cuestiones que estábamos tratando…

                El pequeño Jhasua respondió adelantándose… - Sin que hagáis ninguna pregunta YO hablaré, porque al través de mí, Jehová les dirá lo que EL quiere que sepáis.

                - Vosotros de ninguna manera conocéis al Padre Celestial porque sois unos cobardes y estáis llenos de miedo”

                - ¡Niño!... – Se escucharon varias voces.

                - Por favor, no lo toméis a ofensa, porque Jehová nunca ofende, sino que dice la Verdad, continuó impasible Jhasua.

                - ¡Sí!..., estáis llenos de cobardía y de miedo, y a la Sabiduría Divina no la conquistan los miedosos, sino los valientes, los que se atreven a colocarse frente a frente a lo desconocido…, frente al Eterno Enigma; pero no de poder a poder y con insólito orgullo, sino con el amor de hijos que ansían conocer a su padre. Y entonces el Padre se les descubre y les dice: “Aquí estoy…, conocedme, para que podáis amarme como dice la Ley…, más que a todas las cosas de la Tierra”.

                - ¡No veis que es un contrasentido que mande a sus criaturas a descubrirle y con ello a amarle y…, luego se encolerice y animado de ira y de furor os castigue despiadadamente como haría un mal amo con sus infelices esclavos?

                La Ley debería decir entonces: “Temerás a Dios más que a todas las fuerzas y formas del mal que hay en la Tierra”.

                Os digo que sois flojos, tenéis miedo de escudriñar la Verdad Eterna, y por ello sigue siendo Ella una diosa escondida y esquiva que no quiere mostrarse a los hombres. Sabéis que el Creador es inmutable y sin embargo os atrevéis a hablar de su ira y de su cólera, agregándole además el apelativo de divinas. Encolerizarse significa mudarse, cambiar de estado emocional y esto…, es otro contrasentido, porque si el Eterno, en momentos dados se llena de ira y de furor…, entonces…, dejaría de ser Inmutable, y…, es una blasfemia, atribuir al Altísimo tan grave y funesta imperfección, propia tan sólo de las atrasadas criaturas de la Tierra.

                Dios es inmutable y…, porque lo es…, permanece impasible ante todos los errores humanos, ante todas las hecatombes de mundos y humanidades.

                Porque Dios sabe que todas las inteligencias encarnadas, recién llegadas a la consciencia de existir y a los dominios de la inteligencia y la razón, están aún bajo el dominio de la fuerza bruta que es la determinante en humanidades primitivas. ¿Cómo pues ha de encolerizarse contra un “Orden”, establecido por EL mismo? O sea…, ¿Qué todas las humanidades que pueblan el infinito Cosmos, adquieran por esfuerzo propio, de manera lenta y paulatina…, el conocimiento…, la sabiduría y la bondad?

                Si la Ley Divina dice… “Amaras al Señor, tu Dios, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y por sobre todas las cosas, es obvio que EL quiere como único don, el amor de todas sus criaturas existiendo y viviendo en todos los mundos, y…, por lo tanto, lo que más le complace es que sus criaturas se esfuercen por conocerle, porque…, nadie puede amar…, lo que no conoce.

                Si tenéis puro, noble y sencillo el corazón  -  dice Jehová -  entonces YO bajaré a vosotros con toda mi claridad. Y aquellos que me busquen en espíritu y en verdad, me encontrarán en todas las cosas que viven y que mueren, desde los enormes soles que brillan en el infinito espacio, hasta la humilde oruga que se arrastra por la tierra.

               Mi Verbo, mi Palabra Eterna está grabada en la las olas de los mares que os dan la carne de sus peces y el esplendor de sus riquezas; grabada en las montañas que os dan piedra para vuestras casas y oro para vuestro regalo y bienestar; grabada en los árboles que os dan su madera y sus frutos, grabada en todas las bestias de la Tierra que os ayudan y sirven para vuestras vidas.

                YO SOY la Luz Eterna – dice Jehová.

                 YO SOY  el Poder, la Energía y la Fuerza que veis en todo lo que se manifiesta y vive. Cada uno de ustedes es una vibración de ese Poder, de esa Energía, de esa Fuerza que está presente…, en todo.

                YO SOY la Unidad, el Principio UNO, que contiene a todos los mundos y a todas las humanidades y seres que viven y se mueven dentro de ellos.

                La Luz que os alumbra y el aire que respiráis son emanaciones MÍAS.

                Dentro de MI…, vivís, os movéis y sois, aún sumergidos dentro del oleaje pesado de vuestra inconsciencia, atraso y grosera materialidad.

                YO SOY el aliento de toda vida, y…, por lo mismo, veo, sé y percibo todo cuanto pensáis, obráis y sentís; pero ninguna de vuestras conductas erróneas me afecta, ni siquiera como el ondular de un cabello. ¡YO SOY Inmutable y Eterno!... Son frases cuyo significado entenderéis por vosotros mismos cuando me busquéis en vuestro corazón.

                La justicia en MÍ, en ningún instante es ejercida por el enojo, la cólera o el furor, sino por La Ley Universal de Causa y Efecto, que rige inexorable y silenciosa en todos los seres y en todos los mundos del vasto Cosmos.

                Las Inteligencias llegadas por esfuerzo propio a la perfección en todas sus facultades, comprenden y aceptan con plena consciencia…, que son una manifestación de Mi Idea, Mi Pensamiento, Mi Voluntad y Mi Amor Inconmensurable, expresadas en cada uno de ellos. Es entonces cuando ellas por fin Son en MI y YO SOY en ellas, conformando así la maravillosa Unidad Divina que es el principio Trino de todas las cosas… LUZ, AMOR Y ENERGÍA; INTELIGENCIA, SENTIMIENTO Y VOLUNTAD.

                En resumen…, todo lo bello y lo bueno viene siempre de Dios, que es nuestro Padre Universal, y…, todo lo malo tiene su origen…, en nuestros propios pensamientos y creencias, en nuestro egoísmo, en nuestra ignorancia, en nuestros miedos, vilezas e iniquidades.

                Y el niño que había ido adquiriendo más y más animación, calló de pronto y…, juntando sus pequeñas manos sobre su pecho, levantando a la vez su rostro como iluminado de una suave claridad, exclamó…

                ¡Padre mío!..., ¡Señor de los cielos!... ¡Haz que los hombres te conozcan…, porque sólo así…,  podrán amarte! Y…, cayendo de rodillas, inclinó su rostro a la tierra en la forma de oración profunda que acostumbraban los hebreos cuando oraban con el corazón.

                Aquella Asamblea había quedado como petrificada por el asombro y por una vibración de anonadamiento que desde el principio del discurso del niño, se había ido extendiendo como un perfume exquisito por todo el suntuoso recinto. Había un profundo silencio que flotaba en el ambiente, nadie se atrevía a moverse o a hablar. El niño silencioso se levantó y salió sin que nadie se percatara de ello.

                Cuando la Asamblea de Doctores pudo volver en sí del estupor y asombro que los había hipnotizado, trató de pensar y deducir quién era ese niño asombroso, pero él ya había desaparecido siendo imposible de encontrarle entre aquel mar de gentes que iban llenando los atrios y naves del gran Templo.

Fuente; http://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/2001120 y otros escritos.



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