¿Qué entiende
J.J.Benítez por el Principio Omega?
- El Principio Omega consiste en hacer la Voluntad del Padre.
El final es el principio, este es el verdadero sentido oculto de la vida.
- Los cuatro evangelios sinópticos aseguran que tras el bautismo
en el Jordán Jesús fue llevado por el espíritu hacia el desierto y allí fue
tentado. ¿Cuál es su versión?
-
Todo eso es falso. Jesús se retiró, pero no al desierto, y jamás fue tentado.
Esa es otra caricatura. El retiro en las colinas fue de mayor trascendencia. En
cualquier caso, Él decidió quedarse en la Tierra para sostener la gran
esperanza, una esperanza que se prolonga hasta hoy. Nuestro mundo permanece en
las tinieblas. Nadie sabe realmente por qué nace, por qué vive, y sobre todo,
qué le espera después. El Hijo del Hombre vino a mostrar la cara de un
Dios-Padre que no lleva las cuentas, que no castiga, al que no podemos ofender
aunque lo pretendamos, y que, al imaginarnos, al crearnos, ya nos regala la
inmortalidad. Por eso, continuamente repite al hombre: «Confía».
- Describe una extraña «lluvia azul» de la que se desprende una
pequeña esfera de zafiro que se detiene ante Jesús... y entra en su corazón.
¿Se trata de la parte más literaria de su relato, o de la más visionaria?
-
Ni literaria ni visionaria. Me ajusto a la información recibida. Que cada cual
lo interprete como quiera.
- En una entrevista anterior nos aseguró que temía por su vida.
¿El riesgo ha pasado ya, o lo peor está por venir?
-
El riesgo no ha pasado, aunque ahora me preocupa menos. Morir es cuestión de
tiempo. Lo recuerdo en mi libro: cuando comprendas -cuando ya solo seas
interior-, te habrás llegado el momento de decir adiós.
- Insiste en que la vida de cada ser humano está
milimétricamente diseñada, del nacimiento a la muerte, aunque nosotros no lo
sepamos. ¿También usted comulga con la teoría del 'Diseño Inteligente'?
-
Cada vez más. Dios no improvisa. No hay caminos rectos, sólo circulares.
- Su infierno y su paraíso, ¿tienen nombre?
-
El peor infierno es no saber. El paraíso: lo contrario.
- Cuando pasó por esta página James Beauseigneur, aseguró que
«La clonación de Cristo brindará la pieza clave para entender el Apocalipsis». ¿Cómo
lo ve usted?
-
Considero que la clonación de Jesús entra dentro de lo posible. Bastaría con
extraer una muestra de los restos de la Sábana Santa de Turín -un lienzo que
considero del siglo I-. Las pruebas de carbono 14 que demostraron que era
falsa, fueron un fraude.
- Apelando a sus influencias y tal y como se convulsiona el
mundo, ¿podría avanzarnos si lo que viene es el Armagedón bíblico en su versión
nuclear, o merece la pena seguir invirtiendo en fondos de pensiones?
-
El mundo y la raza humana tienen cuerda para rato. Nunca estuvimos mejor -a
pesar de Bush- . Y lo más hermoso está siempre por suceder.
- En cualquier caso, según los evangelios «Él prometió una
segunda venida». ¿El día está cerca... o tendremos que seguir esperando una
nueva entrega de la saga 'Caballo de Troya'?
-
Él dijo que volvería y así será. ¿Cuándo? Nadie lo sabe. Entre tanto, el que
escucha, habla doblemente.
Háblenos de la Rebelión de Lucifer por favor…
La Rebelión de Lucifer
Bien,
lo primero que tengo que decir es que la mayor arma que utilizó Lucifer con el
Padre Azul fue “la difamación”…
-La
primera llegada de seres, llamémosles «celestes», a nuestro mundo se produjo
hace 900 millones de años. Formaban un grupo expedicionario y pionero,
procedente de Jerusem, planeta-capital de Satania. Su misión era la siguiente:
examinar el planeta y presentar un informe sobre las posibilidades de
adaptación en el mismo de una «estación experimental de vida». Esa comisión,
dicen los documentos, estaba integrada por 24 miembros. Entre ellos,
«Portadores de Vida», «Hijos Lanonandeks», «Melchizedeks», «Serafines" y
otras personalidades de la vida celeste dedicadas a al organización y
administración inicial de los mundos evolucionarios.
Y,
según la «Quinta Revelación», tras un minucioso examen de IURANCHA, el grupo
retornó a Jerusem, presentando al Soberano del sistema un informe favorable y
aconsejando inscribir al planeta en el «Registro de Experiencias de la Vida».
IURANCHA, a partir de entonces, figuró en esos registros como un mundo «decimal»
…
Sinuhé
notó la extrañeza de la hija de la raza azul.
-Imagino
que te preguntarás qué quiere decir «planeta decimal». Parece ser -manifestó el
investigador- que, dentro de este «orden administrativo» de los superuniversos,
por cada diez mundos o planetas habitables, los llamados «Portadores de Vida»
eligen uno en el que la «siembra» de las primeras células vivientes puede ser
manipulada, de cara a ensayar ciertas nuevas combinaciones mecánicas,
eléctricas, químicas y biológicas destinadas a modificar eventualmente los
arquetipos de la vida del universo local previstos para dicho sistema. En los
otros nueve planetas, los tipos vivientes son más «normales» …
Gloria
argumentó al instante:
-Entonces,
¿quiere esto decir que los humanos de la Tierra somos físicamente distintos a
los «humanos» de otros mundos habitados?
-No
necesariamente. Esa «manipulación» de la Vida, a la que se refiere la «Quinta
Revelación», provoca en los mundos «decimales» como IURANCHA unas combinaciones
inéditas que los creadores observan, para beneficiar, si cabe, a los demás
mundos de su universo local. Pero la gran «diferencia» no parece residir ahí,
sino en la anarquía y en los peligros de rebelión que se derivan casi siempre
de estos «ensayos» en los planetas «decimales» y que, según esto, no sucede
habitualmente en el resto de los mundos evolucionarios…
La
hija de la raza azul empezaba a comprender el porqué de la agitación, de las
tinieblas y de las constantes guerras que han asolado y asolan la Tierra. Y así
se lo manifestó a su compañero.
-Lucifer
-empezó la voz- ha sido y es muy poco conocido en IURANCHA. Entre otras
razones, porque, desde un principio, delegó en su primer lugarteniente: Satán.
Lucifer
era (y es) uno de los más brillantes hijos de la Orden de los Lanonandeks
primarios del universo local de Nebadon. Tenía una dilatada experiencia en los
asuntos de la administración cósmica, destacándose como un alto consejero de su
grupo. Su sabiduría, sagacidad y eficacia fueron siempre reconocidas. Llevaba
el número 37 de los de su Orden. Y de él se había dicho: «eres perfecto en
todas las vías, desde el momento en que fuiste creado, hasta el momento en que
la iniquidad anidó en ti». Muchas veces había ocupado un sitial en el consejo
de los Muy Altos de Edencia. Lucifer reinaba sobre la «santa montaña de Dios»,
el monte administrativo de Jerusem, ya que era el administrador en jefe de un
gran sistema, formado por 607 planetas habitados, de los cuales IURANCHA hace
el número 606.
Antes
del estallido de la rebelión propiamente dicha, Lucifer y Satán habían reinado
por espacio de 500.000 años terrestres sobre el sistema que tenían encomendado:
Satania. Satán, por su parte, formaba parte de ese mismo grupo u Orden de los
Lanonandeks primarios, aunque nunca llegó a ejercer las funciones de soberano
sistémico.
Y
es preciso hacer notar que, tanto Lucifer como Caligastía, el príncipe de
IURANCHA, mucho antes de la consumación de la revuelta, ya habían sido
advertidos por sus superiores celestes de sus respectivas tendencias a la
crítica y a un peligroso engreimiento personal.
Pero
la historia de vuestro mundo transcurrió brillante y esperanzadora hasta que
(hace ahora unos 200.000 años) IURANCHA recibió una de las rutinarias visitas
de inspección de Satán. Ése fue el histórico momento en que la Tierra, y más
exactamente Caligastía, conoció los planes de Lucifer…
-Quizá
fuese necesario -argumentó el miembro de la Escuela de la Sabiduría- conocer
primero en qué consistían esos planes…
-En
efecto -proclamó la voz-. Para entender el verdadero alcance de la rebelión,
resulta imprescindible exponer primero el llamado Manifiesto de la Libertad,
proclamado por Lucifer.
»No
existían condiciones especiales en el sistema de Satania que pudieran favorecer
o justificar dicha revuelta. La idea de la sublevación nació en el espíritu de
Lucifer. Nadie le instigó ni aconsejó. La voluntad de oponerse a los planes de
Micael fue una iniciativa individual, lenta y firmemente madurada durante más
de cien años del tiempo estándar.
Antes
de decidirse a expresar sus pensamientos, Lucifer jamás se había manifestado en
contra del sistema administrativo del universo. Su lealtad hacia los jefes
supremos era sincera y sus relaciones con el Hijo Creador (Micael), profundas y
cordiales. A lo largo de esos cien años, la Unión de los Días de Salvington,
capital del universo local de Nebadon, había informado a las jerarquías
celestes residentes en Uversa «que no todo se hallaba en paz en la mente de
Lucifer».
Y
poco a poco, el soberano del sistema de Satania comenzó a criticar el plan
administrativo de Nebadón. Su primera y abierta insinuación de desobediencia se
produjo pocos días antes de la citada proclamación de su Manifiesto de la
Libertad, con motivo de la visita de Gabriel, jefe ejecutivo de Micael y
supervisor de todos los soberanos sistémicos de Nebadon, a Jerusem. Gabriel
quedó impresionado y, convencido del inminente estallido de una rebelión, se
trasladó a Edencia, sede de la constelación, donde parlamentó con los Padres de
Norladiadek, adoptando ya las primeras medidas perventivas, en caso de
sublevación.
Y
hace 200.000 años, durante el cónclave anual de Satania, en presencia de las
multitudes reunidas en Jerusem, Satán (ganado para su causa por Lucifer) dio a
conocer la llamada Declaración luciferina de Libertad o Manifiesto de la
Libertad, que comprendía los siguientes puntos:
Primero:
la realidad del Padre Universal.
Lucifer
pretendía que el Padre Universal no existía y que la gravedad física y la
energía espacial eran inherentes al universo. El Padre (decía el Manifiesto)
era un mito, inventado por los Hijos del Paraíso para permitirles mantener su
poder sobre todos los universos. Negaba también que la personalidad fuera un
don del Padre Universal, insinuando que existía un complot con los Hijos del
Paraíso para introducir un gigantesco fraude en toda la creación. Esta
afirmación se basa en el hecho (según Lucifer) de que no existía una idea clara
de la naturaleza y personalidad reales del Padre. La acusación fue categórica.
Segundo:
el gobierno universal de Micael, el Hijo Creador.
Lucifer
sostenía en su Manifiesto de la Libertad que los sistemas locales de planetas
deberían ser autónomos, protestando contra el derecho de Micael a asumir la
soberanía de Nebadón en nombre del hipotético Padre Universal Paradisíaco.
Consideró que todo este plan de culto era sólo una estratagema para servir la
ambición de los Hijos del Paraíso. Sin embargo, admitió también a Micael
(vuestro Jesús de Nazaret) como su Padre-Creador, aunque no como su Dios y
legítimo jefe. Atacó violentamente el derecho de los Ancianos de los Días,
calificándolos de «potentados extranjeros» y acusándolos de entrometerse en los
asuntos propios de los sistemas locales y universales. Los llamó «tiranos y
usurpadores», instigando a sus partidarios a considerar que los mencionados
Ancianos de los Días nada podían hacer para interferir en el lógico proceso de autonomía
de los respectivos sistemas planetarios, siempre y cuando los humanos y los
ángeles tuvieran el valor de reafirmar y reclamar sus derechos. Asimismo,
pretendió impedir a los agentes ejecutivos de los Ancianos de los Días que
actuaran en aquellos sistemas locales en los que los mortales pudieran
reivindicar su independencia. En cuanto a la inmortalidad, sostenía que era
inherente a las personalidades del sistema y que la resurrección era igualmente
natural y automática. Ni un solo mortal (aseguró) se verá privado de la vida
eterna por el mero capricho de los Ancianos de los Días.
Tercero:
el ataque al plan de educación de los mortales ascendentes.
Lucifer
sostenía en este último apartado de su Manifiesto de la Libertad que el tiempo
consumido en la instrucción de los mortales o humanos evolucionarios en los
principios de la administración universal era excesivo, con un gasto
desproporcionado de energía. Calificó estos principios como informales y
nefastos. Y protestó igualmente contra el programa que obligaba a preparar a
los mortales del espacio durante largas edades, para un destino tan desconocido
como ficticio. Señalando a los «finalistas» residentes en Jerusem, anunció que
aquéllos no habían encontrado otro destino más glorioso que el de ser devueltos
a humildes planetas semejantes al de su origen. Sugirió que habían sido
corrompidos por un exceso de disciplina y por un entrenamiento prolongado,
acusándolos de traición a sus hermanos, los humanos, por prestarse a cooperar
en aquel plan, que seguía manteniendo el mito de los «ascendentes» hacia un
Padre inexistente.
»Por
último, desafió y condenó todo el plan de ascensión de los mortales hacia la
Isla Eterna del Paraíso.
-Un
momento…
La
voz de Sinuhé vino a silenciar el sorprendente relato. Y en los corazones de la
pareja se cruzaron los mismos pensamientos y sentimientos.
Aquel
Manifiesto de la Libertad no guardaba conexión con las pueriles explicaciones
ofrecidas a lo largo de los siglos por las diferentes religiones y, muy en
especial, por la católica. Teniendo en consideración lo que acababan de oír, el
argumento esgrimido por tales iglesias -«Lucifer se rebeló porque quiso ser
como Dios»- resultaba absurdo.
Desde
un punto de vista objetivo -suponiendo que toda aquella loca aventura encerrara
algo de verdad-, las «nuevas razones» de la famosa rebelión dieron mucho que
pensar a los «iuranchianos». Para Sinuhé aquel Manifiesto contenía, cuando
menos, aspectos más concretos y hasta «lógicos» que la tradicional
justificación católica…
«El
Gran Dios, el Padre Universal -decía el Manifiesto luciferiano-, es un mito. No
existe. Nadie ha podido demostrar su existencia real…»
La
afirmación del soberano del sistema de Satania fue y sigue siendo blasfema, por
lo menos para los que creen en esa Fuerza o Energía Suprema. Pero ¿y para un
ateo? Si se considera el planteamiento de Lucifer desde un ángulo racional y
científico, ¿quién ha logrado demostrar la existencia del Padre? Uno de los
argumentos que servía de apoyo a esta insólita postura hablaba de los
«finalistas»: esas miríadas de seres evolucionarios que, según los planes
cósmicos, van ascendiendo, como nosotros, hacia la Isla Eterna del Paraíso y
que, lógicamente, deberían saber cómo es el Padre. Sin embargo -según Lucifer-,
jamás hablaron de Él. Este silencio de los «finalistas» fue igualmente
utilizado por el rebelde para marcar a dichos mortales «ascendentes» y
«finalistas» como «traidores a sus propios hermanos», siguiendo así el juego de
las personalidades del Paraíso.
Por
supuesto, partiendo de ese principio básico -la no existencia de Dios»-, el
resto fue fácil para Lucifer. ¿Qué sentido tenía entonces que Micael declarara
su soberanía sobre el universo local de Nebadon, «en nombre de un Padre
Universal hipotético»? Y de esta forma, al reclamar la autonomía y el
autogobierno para su sistema de 619 planetas habitados y para el resto de los
sistemas planetarios, Lucifer se convertía -hace 200.000 años- en el primer
«separatista» y «nacionalista» de la Historia, según la concepción humana de
tales conceptos…
Nietihw
y Sinuhé empezaban a intuir por qué la rebelión logró arrastrar a tantos miles
de millones de criaturas… Por supuesto, sin entrar a enjuiciar la bondad o
perversidad del soberano sistémico, lo que aparecía nítido es que Lucifer jamás
pretendió ser como Dios. Entre otras razones -según el propio Manifiesto de la
Libertad-, porque Dios no existiría para él.
Aceptando
por un momento que tales argumentos fueran ciertos, el entusiasmo y fidelidad
que demostraron sus seguidores a partir de aquel cónclave en Jerusem se
hallaban más que justificados…
Pero
Sinuhé deseaba conocer otros aspectos de la revuelta. ¿Se produjo en verdad la
mítica batalla en los cielos? ¿Quiénes la protagonizaron? ¿Fracasó Lucifer?
¿Qué suerte corrió nuestro planeta?
Y
con sus manos extendidas sobre la transparente esfera formuló una nueva
pregunta.
-Háblanos
del estallido de la rebelión.
-Tras
la lectura y proclamación del Manifiesto de la Libertad -prosiguió la voz de
los archivos de IURANCHA-, Satán se dirigió a las atónitas multitudes
congregadas en Jerusem, la capital del sistema de Satania, manifestando que
podía adorarse a las fuerzas universales, físicas, intelectuales y
espirituales, pero que solamente se debía obediencia a Lucifer, el jefe actual
y real, «amigo de los humanos y de los ángeles» y «Dios de la Libertad». Así
fue calificado por su lugarteniente. Y estos fueron los gritos de guerra de los
rebeldes.
Lucifer,
a partir de ese momento, pregonó incansablemente la «igualdad de pensamiento» y
la «fraternidad de la inteligencia», sosteniendo que la administración y el
gobierno tenían que limitarse a cada planeta y, en todo caso, a la
confederación voluntaria de los mundos en sistemas locales. Cualquier otro tipo
de supervisión celeste fue rechazada.
Prometió
a los príncipes planetarios de Satania que gobernarían sus respectivos mundos
como supremos administradores. Rechazó a Edencia (sede de la constelación a la
que pertenece Satania) como emplazamiento de las actividades legislativas, y a
la capital del universo local de Nebadon, Salvington, como centro director de
los asuntos judiciales. «Todas estas funciones -declaró Lucifer- deben
concentrarse en los mundos-capitales de los sistemas.» Y él mismo inició la
constitución de su propia asamblea legislativa, organizando los tribunales bajo
la presencia de Satán. Y ordenó a los príncipes leales a su causa que hicieran
lo mismo en sus planetas. Todo el gabinete administrativo de Lucifer se pasó en
bloque a su campo y sus miembros fueron juramentados públicamente como agentes
de la administración del nuevo jefe de «los mundos liberados».