Gracias a Popeye sabemos que la espinaca es un alimento saludable, pero este descubrimiento lleva el término “saludable” a un nuevo nivel. Si analizas de cerca las pequeñas venas que se extienden desde el tallo en cualquier hoja de espinaca en tu ensalada, notarás que son pequeñas y delicadas – no muy diferentes a aquellas que bombean sangre a través de nuestro corazón.
Un grupo de científicos del Instituto Politécnico de Worcester en Massachusetts, Estados Unidos, ha logrado aplicar estas similitudes para superar una de las más grandes barreras a la hora de crear tejido humano a gran escala.
“El principal factor limitante en la ingeniería de tejido… es la falta de una red vascular”, dijo Joshua Gershlak, colaborador del estudio que se publicó el pasado mes de marzo en el periódico Biomaterials. “Sin esa red vascular, se obtiene un montón de tejido muerto”.
La mayoría de las plantas en nuestra vida cotidiana ya vienen construidas con esta frágil red, lo que provocó que Gershlak y su equipo se preguntaran si debían empezar el diseño de tejidos desde cero.
Para ver si era posible aprovechar estas redes, el equipo removió todas las células de la planta de una hoja de espinaca – dejando únicamente un marco de celulosa, una sustancia biocompatible que ya había sido empleada para sanar heridas y generar cartílago.
Tomaron esa estructura de venas – usada por las plantas para transportar agua y nutrientes – y la “bañaron” con células humanas. Las células se engancharon a la estructura de la espinaca y se desarrollaron en algo parecido a un trozo de corazón humano.
Después, para poner a prueba su teoría los investigadores bombearon un fluido rojo parecido a la sangre y microesferas por estas venas.
“Todavía queda mucho trabajo por hacer, pero todo parece muy prometedor”, dijo Glenn Gaudette, otro autor del estudio, en un comunicado de prensa. “Adaptar las abundantes plantas que los granjeros han cultivado durante miles de años para utilizarlas en la ingeniería de tejidos puede solventar los problemas limitantes del área”.