LA MAGIA DEL PÉNDULO
Recuerdo muy bien el día en que mi profesor de física del instituto donde estudié, nos hizo notar el interesante fenómeno que ocurre cuando hacemos oscilar un simple péndulo.
Observen, nos dijo, mientras hacía oscilar de un lado a otro una bola de acero atada a una cuerda:
¿Qué debemos hacer para que el péndulo realice la oscilación en menos tiempo?
Para muchos de nosotros estaba claro, darle velocidad a la bola de metal que colgaba de la cuerda. Estábamos convencidos de que si le imprimíamos una fuerza mayor, se movería más rápido y así la oscilación ocurriría en menos tiempo.
Nos equivocábamos. El profesor nos dejó que le diéramos con mayor fuerza al péndulo, y ¿qué sucedió? Pues que aunque la bola de metal se movía más rápido, también aumentaba la amplitud de la oscilación y por tanto, tenía que recorrer un espacio mayor.
Si por el contrario, le dábamos despacio, iba más lento, pero el espacio barrido por el péndulo era menor.
El profesor nos hizo medir con un cronómetro el tiempo que demoraba el péndulo en hacer su recorrido y comprobamos sorprendidos que el tiempo en todos los casos era el mismo, es decir, se mantenía constante.
Me pareció maravilloso tener algo delante, que le hicieras lo que le hicieras, no variaba el tiempo de oscilación. Ese día comprendí lo maravilloso de las leyes físicas, y por ende, de las leyes de la naturaleza.
Este experimento me sirvió para entender que el mundo no es una caos y que todo está regido por leyes objetivas, es decir, por leyes inviolables, como inviolable es el tiempo en que el péndulo demora en realizar su recorrido. Estas leyes no dependen de nuestra voluntad, ni dependen de nuestra conciencia. Podemos pegarle más y más fuerte, y el tiempo seguirá constante, o podemos creer que dándole más fuerte conseguiremos acelerar las cosas, pero no es así. O podemos intentar que las cosas vayan más despacio, pero otra vez la ley se resiste a cambiar.
Está claro que lo único que podemos hacer con las leyes de la naturaleza es estudiarlas, comprender su funcionamiento para luego intentar usarlas en nuestro beneficio.
Del mismo modo en que el mundo físico, está regido por leyes inviolables y magníficas, dicen los maestros de sabiduría, que el resto de los mundos, es decir, los mundos astral (o emocional), mental, búdico, átmico y monádico, también están regidos por leyes igualmente objetivas e inviolables.
La ley del péndulo antes expuesta, puede ayudarnos a reflexionar y a comprender los fenómenos naturales y espirituales.
Supongamos que en un extremo del péndulo está la materialidad y en el otro, la espiritualidad. Supongamos que tenemos en un extremo del péndulo a la materia pura, y en el otro, al espíritu puro. Supongamos que la sustancia, es decir, todo lo que existe, se mueve y transforma de manera pendular. Hagamos mover el péndulo y pensemos que tenemos en la mano todos los universos, los conocidos y los desconocidos. Demos por sentado que todo lo que existe funciona de este modo.
Observemos que todo lo que existe, existe en movimiento. De aquí podemos llegar a una sabia e interesante conclusión. Cada vez que intentamos observar un fenómeno para estudiarlo, lo detenemos y por tanto, lo desvirtuamos.
Pongo un ejemplo:
Cuando nos preguntamos ¿Qué fue lo primero? ¿Qué había en el principio de los tiempos?
Nuestra mente racional necesita ir siempre a la raíz de las cosas. Hay efectos que tienen una causa primera fácil de localizar, y en esos casos, nuestra mente y nuestra ciencia, se encuentra a sus anchas, porque consigue comprender el fenómeno.
El problema aparece cuando los fenómenos son infinitos. Si diéramos por sentado que lo que existe siempre existió y que su naturaleza es pendular, es decir, va del espíritu puro a la materia pura y viceversa en un ciclo infinito.
Si esto es así, no tendría sentido que nos preguntáramos cosas como:
¿Qué había en el principio? porque son preguntas que dan por sentado un error, y es que hubo un principio, cuando realmente no lo hubo.
¿Qué surgió primero, el huevo o la gallina? He aquí otra pregunta que no tiene sentido porque al final, para responderlo, sólo podemos tomar un huevo en concreto y una gallina en concreto, pero cuando lo preguntamos así en abstracto, el fenómeno se hace infinito y nuestra ciencia se ve imposibilitada de darnos una respuesta. Esto es frustrante, pero a la vez es maravilloso.
Tal vez el ser humano debería procurar entender el infinito para poder aprender y estudiar correctamente todos estos fenómenos que están caracterizados por la presencia de lo infinito en ellos.
¿A dónde quiero llegar con todas estas reflexiones?
Aprovecho para dejarles algunas ideas relacionadas:
Nuestra conciencia racional es un arma limitada, y todo lo que es limitado termina siendo superado. Quiero decir con esto, que algún día el ser humano, la ciencia humana se enfrentará a problemas y fenómenos tales que no podrá abordarlos usando la mente racional.
Los grandes misterios del universo, y los grandes misterios de la vida y del ser humano están marcados por lo infinito, de ahí que posiblemente la ciencia nuestra no llegue nunca a comprender a cabalidad estos fenómenos, no llegue nunca a sintetizar en una idea, o en un conjunto de ideas, todo cuanto necesitamos saber.
Pero si no utilizamos nuestra mente racional para entender el mundo, ¿qué utilizaremos?
Los maestros de sabiduría lo tienen claro. Ellos creen que el ser humano es mucho más que el cuerpo físico, el cuerpo astral o emocional y el cuerpo mental. Ellos creen que cuando una persona ha perdido esos tres cuerpos materiales que son el cuerpo físico, astral o emocional y el cuerpo mental, se convierte en un ser capaz de manifestar lo más esencial de nosotros mismos, esa parte de nosotros que más se parece a la esencia del universo y de la sustancia misma. Ellos creen que en ese estado somos como dioses y estamos en posesión de las verdades más profundas.
De ahí que le den tanta importancia a la meditación, pues meditando nos olvidamos de nuestro cuerpo físico, de nuestro cuerpo astral o emocional y de nuestro cuerpo mental. Por eso se dice que la meditación pasa por dejar la mente en blanco e intentar en esas condiciones, percibir lo que hay más allá tanto dentro de nosotros, como fuera de nosotros.
Al parecer, estos ejercicios espirituales nos permiten ponernos en contacto con eso divino que hay en cada uno de nosotros y nos permiten hacernos cargo de nuestros cuerpos espirituales y fortalecernos, aparte de que experimentar ese YO más esencial, nos permite poner en práctica o activar esos mecanismos de aprehensión de la realidad que tenemos como dormidos y subutilizados, atados como estamos a la manera racional de comprensión, casados como estamos con el poder de nuestras mentes, sin comprender que incluso nuestras mentes son armas limitadas de percepción de la realidad.
Como es mi deseo que este sea un tema que interese para quienes quieran experimentar, voy a poner Vídeos, que se que es lo que os gusta para no tener que leer jajajajaja...